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Actualizado: 26 de mayo de 2025
Julianillo Hernández partió en 1556 de Sevilla y recorrió los principales focos del luteranismo, poniéndose en relaciones con los principales apóstoles del protestantismo y dirigiéndose después á Ginebra, donde residió algunos meses.
A las ocho determinamos la marcha á pasar al campo del S de las sierras, para cuya comision destinaron al capitan D. Juan Antonio Hernandez, con 50 hombres y un vaqueano, quedando en el acampamento un piloto, para si quieren seguir la marcha, la que se efectuó hasta las diez y media, que hizo alto en un arroyo que sale de la Sierra de Cuello, habiendo caminado dos leguas por el OSO. En distancia de una y media leguas de este sitio al SE cuarta E, está una sierra chica, en la cual se halla un corral de piedra movediza, puesta á mano y sin mezcla alguna: su figura es cuadrada, con 60 varas de largo; las paredes de una vara de alto, y de grueso media, el cual se halla algo destrozado.
A las ocho salimos del Salto, en conserva del Capitan D. Juan Antonio Hernandez, quien nos dijo seguiamos el destino á Melincué.
Y con efecto de esta suerte se logró el lance, pues conforme iban huyendo, iban cayendo en las manos de los nuestros; pues fué tal el susto, que yendo un indio enemigo de huida, se encontró con Francisco Almiron, soldado de la compañia de D. Juan Antonio Hernandez, y preguntándole en su idioma, ¿qué á donde iban? le respondió dicho indio, "voy de huida, porque nos han avanzado": á cuya respuesta le enristró la lanza, arrojándole muerto del caballo abajo.
Finalmente, por otra escritura, obligáronse Diego Paez sastre con Alonso de Casalla y Alonso Hernández zapateros, á sacar el auto de la Conversión de la Magdalena en el Corpus del mismo año de 1551 «con vn castillo» que era del gremio, con cinco ó seis hombres y los que fueren menester «para el dho. paso e obra» dándole vestidos de las mejores ropas.
A pesar de la estrecha amistad que unía a los Hernández de Sandoval con mi familia, desde largos años, no había yo tenido ocasión de visitar ninguna de sus haciendas, aunque ellos sí habían pasado largas temporadas en la nuestra, situada en el centro del país; de manera que, en cuanto se ofreció la oportunidad de acompañar al hijo de la casa, Antonio, pudiendo desprenderme de mis no múltiples, pero sí imprescindibles quehaceres, la aproveché gustoso para ir en tan grata compañía a recorrer la finca principal de su casa, célebre por su riqueza y encantos naturales.
Después doña Marta, guiada por Lope, intenta divorciarse de su marido, y aunque no lo logra, el matrimonio debió vivir últimamente en casa separada, hasta que la muerte, llevándose en 1618 ó 1619 al Roque Hernández, tan odiado por Lope, estableció la separación definitiva. Del año 1617 son las Partes séptima y octava, impresas en Madrid a costa de Miguel de Siles por la viuda de Alonso Martín.
Este día, 1800 mrs. á Cristóbal Ortiz, de resto de 20 ducados que con él se concertó la danza de los matachines. En 12 de Julio 2126 mrs. á Cosme de Xerez á cumplimiento de 250 ducados en que con él se concertó la danza de los ángeles y los demonios. En 12 de Julio 3289 mrs. á Cristóbal Hernández, pintor, de resto y á cumplimiento de los 35 ducados que con él se concertó el carro de la muerte.
Es de advertir que doña Marta, semejante en esto a Elena Osorio, debe haber sido persona de cierta distinción y con gustos literarios y artísticos. Tenía una hermana poetisa. En agosto de 1617 nace Antonia Clara, bautizada como hija de Roque Hernández, prenda de estos amores de los ya avanzados años del poeta, consuelo y tormento de su edad postrera.
-También me vengara yo si pudiera, fuera o no fuera armado caballero, pero no pude; aunque tengo para mí que aquellos que se holgaron conmigo no eran fantasmas ni hombres encantados, como vuestra merced dice, sino hombres de carne y hueso como nosotros; y todos, según los oí nombrar cuando me volteaban, tenían sus nombres: que el uno se llamaba Pedro Martínez, y el otro Tenorio Hernández, y el ventero oí que se llamaba Juan Palomeque el Zurdo.
Palabra del Dia
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