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Actualizado: 25 de julio de 2025


Más de una vez ha escapado con los ricos galeones de Méjico a los garfios de esos malditos ingleses, que, no obstante, no tienen nada de tontos, ¡los herejes! y se persignó. Después, dirigiéndose, al timonel: No vayas contra el viento; orza, orza, torpe, y piensa en virar en redondo.

Pues le puse en la fábrica de sogas de ese que llaman Diente, ¿estás?, y me trae dieciocho reales todas las semanas... ¿Y no va a la escuela? preguntó Isidora expresando no poco disgusto. ¡Escuela! Que si quieres... ¿Y quién le sujeta a la escuela? Bueno es el niño. Ahí le puse en esa de los Herejes, donde dicen la misa por la tarde y el rosario por la mañana.

A éstos se juntaron gran número de hombres perdidos, italianos, españoles, holandeses y la hez de todas las naciones, que para librarse de las penas merecidas por sus delitos, ó para vivir dando rienda á todo género de vicios y deshonestidades, y también corrompido de las feas y malignas impresiones de los herejes modernos, acrecentar el número y el orgullo de los habitadores y moradores de San Pablo.

Pero podía ser ama como la señora Rita». Comenzó a frecuentar la iglesia; no perdió novena, ni rogativas, ni misiones, ni rosario y siempre salía la última del templo. Los vecinos de Matalerejo habían enterrado la antigua piedad entre el carbón; eran indiferentes y tenían fama de herejes en los pueblos comarcanos.

¡Cómo! ¿no los tienes por herejes, bandidos y agentes del diablo? Petrilla se echó a reír a carcajadas. Vea señorita, el modo de hablar de esos herejes es tan dulce, que... Aquí se interrumpió para darse un gran coscorrón en la cabeza. Torció su delantal, bajó los ojos, y me pareció que estaba por tomar las de Villadiego. ¿Y después? ¡Termina!

El presbítero entraba furioso, y al pasar junto al Nacional hundíale éste en el morrillo las banderillas con toda su fuerza, diciendo en alta voz, como si consiguiese una victoria: ¡Pa er clero! Gallardo acababa por reír de las extravagancias del Nacional. Me pones en ridículo; van a fijarse en la cuadrilla, y dirán que somos toos un hato de herejes.

Si para lograr este fin se valió de la Inquisición, quemó herejes e hizo no pocas otras atrocidades e insolencias, muy mal hecho estuvo; pero ¿dónde fueron entonces los príncipes y los gobiernos más clementes y humanos? Ni en calidad ni en cantidad pueden compararse las víctimas sacrificadas por Felipe II a las que sin Inquisición se sacrificaron en Alemania, en Francia o en Inglaterra.

dijo Aresti sintiendo de nuevo la necesidad de mentir, para que le admirase aquel pobre hombre. Estuve cuando la última peregrinación. El hermano modificó sus palabras y gestos. Ya no era Aresti para él uno de tantos viajeros de los que llegaban atraídos por la curiosidad; muchos de ellos, extranjeros herejes, procedentes de países que despreciaban á la Compañía.

Quiero saber si mi tía tenía razón al decir que todos los hombres eran unos herejes. Que, ¿le faltaba el sentido común? Tuvo mucho el día que se fue al otro mundo; pero fue la única vez respondí con calma. El señor de Pavol me miró con evidente sorpresa. ¡Ah, sobrina! ¡Tienes una claridad para expresarte! Qué, ¿no te llevabas bien con la señora de Lavalle? Cabal.

Como buen español y buen católico, se dolía de que explotasen aquel hermoso capital, pagando tan mezquinos réditos, gentes de extranjis, herejes o judíos de seguro. ¿Cuánto mejor empleado no estaría aquel dinero en España, y sobre todo en Villafría y los pueblos cercanos? Era indispensable traer a España aquel dinero.

Palabra del Dia

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