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Actualizado: 17 de mayo de 2025


En suma, los animales no son máquinas, sino que tienen alma, aunque no sea inmortal, sino perecedera, y piensan y discurren, y sobre todo sienten y padecen, que es lo que importa afirmar aquí. Al matarlos, pues, para comérnoslos, no procedemos con ellos amable y generosamente.

Y sonrió por última vez a Ojeda, como si contemplase en él un socio futuro de las grandes empresas ofrecidas generosamente. Al verse libres los dos amantes de su verbosidad serena e inagotable, huyeron del banco, continuando el paseo.

No te he olvidado en mi 5 testamento; pero no soy rico y no tengo más bienes que un perro y un caballo. Yo apreciaré tu recuerdo, marido mío, dijo la mujer llorando. Después de mi muerte, continuó el marido, debes 10 vender el caballo y entregar el dinero a mis parientes. ¡Cómo! ¿debo entregar el dinero a tus parientes? ; pero espera. Te regalo generosamente el perro.

Olvidas generosamente mi humilde origen, y la manera cómo tu padre me sacó de la miseria; ¡a me toca acordarme! Pero si María Teresa supiera... quien sabe si... Escucha, Jaime: Vas a jurarme que no harás nada porque lo sepa. Sería odioso y cruel. Ahora le soy indiferente ¿no me detestará si sabe que me atrevo a amarla? Amigo mío, te lo suplico, déjala en la ignorancia.

Ahora quería torear para ganar dinero lo mismo que los españoles, y asistía todas las tardes a la escuela con la firme voluntad de un niño testarudo, pagando generosamente sus lecciones. Figúrate : ¡torero con esa facha!... ¡Y a los cincuenta años bien sonaos!

Y el aperador sacaba del armario un amplio cuaderno, en el que se contenía la genealogía y la historia de todo caballo o mula salido del cortijo, con el apodo de nacimiento, padres y abuelos, descripción de la figura, talla, pelo, color de los ojos y defectos que se confesaban generosamente sobre el papel para quedar secretos, dejando a la penetración del comprador el adivinarlos.

Después de haber estrenado tantos y tan hermosos trajes, ¿cómo resignarse a volver a los trapitos antiguos y a no variar nunca de moda? Esto no podía ser. Aquel bendito Agustín había sido, generosamente y sin pensarlo, el corruptor de su prima; había sido la serpiente de buena fe que le metió en la cabeza las más peligrosas vanidades que pueden ahuecar el cerebro de una mujer.

Entonces desenrolló éste el paquete que traía y puso delante de los ojos de ambos muchos garabatos y números, que él descifraba con negligencia; luego sacó de su cartera un mazo de billetes, que contó: veinte mil pesos, diez mil para cada uno y diez mil que había recibido Gregoria; él, a pesar de sus trabajos en la testamentaría, del derecho que le asignaba la ley, renunciaba generosamente al cobro de sus haberes. ¿Querían conservar las cuentas para examinarlas despacio?

No llegó el rey, por malquerencia y chismes de sus cortesanos, a premiar tan generosamente al poeta, pero consta que le envió a Tus, lugar de su nacimiento, donde él estaba retirado, un regalo casi equivalente, si bien fue ya tarde, porque le llevaban a enterrar cuando entraron en Tus los que dicho regalo traían.

El verdadero observador comprendería, no obstante, al oírlos disertar en las tertulias de las tiendas y en los corrillos de la calle, que sólo el amor, acaso demasiado ardiente, a la justicia les obligaba a minorar los méritos de su convecino y renunciar de este modo generosamente a la parte de gloria que en ellos pudiera refluir por este concepto. El matrimonio de Granate causó profundo estupor.

Palabra del Dia

hociquea

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