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Actualizado: 17 de mayo de 2025


Presentía el infortunado que las chambras jamás deben confundirse con las enaguas. D.ª Carolina acudió generosamente al socorro de aquella desgracia. Los hombres no entienden nada de nuestra ropa, muchacha, y además, mirando por los cristales del escaparate no es fácil distinguir lo que se compra. Timoteo le dirigió una mirada de carnero moribundo agradeciendo el cable de salvación.

Esto hubiera sido la confesión de su menosprecio a la casa de la que, tan generosamente, primero le había amparado a él, y luego a Margarita. En malos pasos habíase metido en aquella ocasión Cervantes. Por agria, torcida y difícil senda había tomado.

Se van a roer esos bandidos viendo que con las mujeres y unos cuantos trabajadores honrados, acabamos el trabajo sin necesitar de ellos. A la noche, baile y juerga decente, señor Fermín. Para que se enteren y rabien esos forajidos. Y así llevaba adelante la vendimia, entre músicas, algazara y vino del mejor, repartido generosamente.

Todos accedian, y todos eran ámplia y generosamente indemnizados, pues ademas de pagárseles sus casas en dinero contante, se les construían nuevas viviendas en otros puntos de la capital.

Tomamos todos estos curiosos pormenores, hasta ahora desconocidos, de una interesante coleccion de m. ss. de la época, que reunió en un tomo el diligente Ambrosio de Morales, y que hoy es propiedad de nuestro buen amigo el Sr. D. Valentin Carderera, quien generosamente nos la ha franqueado.

La de Raynal manifestaba una alegría de niña; encontrábase en su elemento y recibía con majestuosa condescendencia, digna de la condesa, los homenajes de la jardinera, que cuidaba el inmueble y que fue a ponerse a las órdenes de los «parientes» de sus propietarios, como aquellas señoras habían sido designadas, por una ingeniosa delicadeza, en la carta anunciando su llegada y poniendo generosamente la casa a su disposición por todo el mes de julio.

Dimmesdale, así como las damas casadas y las jóvenes y bellas señoritas, sus feligreses, le instaron para que se aprovechara de la habilidad del médico, que tan generosamente se había ofrecido á servirle. El Sr. Dimmesdale, rehusó con dulzura sus instancias. No necesito medicina, dijo.

Yo soy como ellos. No necesito crear belleza, pues, según dicen, la llevo en misma; mi obra soy yo; pero amo la gloria, necesito la admiración, y por eso me doy generosamente, satisfecha de la felicidad que proporciono, pero sin dejarme dominar por aquellos que busco, conservando mi público á mis pies. Miguel pensó que por la vida de esta mujer debían haber pasado varios artistas.

Algunos la protegieron generosamente, y Margarita, á quien todos apellidaban «la Montansier», tuvo, como las reinas medioevales, una «Corte de Amor».

Contando pues con los suyos, jamas un indígena pide á los estrangeros la mas mínima cosa. Si dan ellos tan generosamente á sus compatriotas lo necesario á la subsistencia, no se hallan ménos dispuestos á prodigar lo superfluo á los que son sus amigos.

Palabra del Dia

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