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Actualizado: 5 de julio de 2025
Están ocho días en un pueblo, duermen en una cama cuatro; comen olla de vaca y carnero, y algunas noches su menudo muy bien aderezado. Tienen el vino por adarmes, la carne por onzas; el pan por libras, y la hambre por arrobas. Hacen particulares á gallina asada, liebre cocida, cuatro reales en la bolsa, dos azumbres de vino en casa, y á doce reales una fiesta con otra.»
Entre usted en este otro cuarto y suceda lo que sucediere, ni una palabra ni intente salir hasta que yo lo busque. Fortunato no se distinguía por la bravura y de buena gana habría querido tocar de suela; pero sintiendo pasos en el patio, la carne se le volvió de gallina, y con la docilidad de un niño se dejó encerrar en la habitación contigua.
Viose entonces claro como nunca la funesta influencia que ejerce en una sociedad entera una de esas reinas de la moda que comienzan escotando los trajes y acaban escotando las costumbres; que empiezan imponiendo el yugo de sus elegantes extravagancias y terminan imponiendo el de sus desvergonzados vicios; que familiarizan con el escándalo y lo hacen tolerable y de buen tono hasta a los ojos de las personas virtuosas, que llegan a contemplar sin extrañeza, sin rubor y sin protesta, espectáculos como el que ofrecía Currita haciendo los honores de su casa con distinción elegantísima, en compañía del marqués de Sabadell, mientras sus hijos yacían olvidados, cada cual en un colegio, y Villamelón, reblandecido ya casi por completo, jugaba al bésigue o al tresillo con las celebridades del momento, o tentaba la paciencia de sus tertulianos encerrado, como en un círculo vicioso, en sus ordinarios tópicos de conversación: el combate terro-naval de Cabo Negro, los prodigios de su cocinero, los adelantos de su fotografía, las ventajas de la incubación artificial de los huevos de gallina, o las extrañas peripecias del doctor Tanner y el italiano Succi, que, con gran pasmo suyo, parecían haber resuelto el problema, para él horripilante e incomprensible, de vivir sin comer.
Fue conferencia importantísima, pero secreta; semejante a esos consejos de ministros en que se tratan cosas graves, que sólo andando el tiempo se descubren. Capítulo XVII Donde el zorro se forja la ilusión de que la gallina puede venir a entregársele
Y cambiando en seguida de tono, sacó Guy de un bolsillo de terciopelo verde una grande y pesada moneda de oro, y se la tiró a Manuel, diciéndole: Anda, buen hombre. Ahí tienes para poner gallina en tu puchero todos los domingos durante un año. No la vayas a jugar como un bellaco. Mejor que estar departiendo con los criados, vamos al salón, vizconde interrumpió don Fernando.
Cantaba mal, y siempre andaba apuntando con él el catalán, el cual era la criatura más triste y miserable que Dios crió; comía a tercianas, de tres a tres días, y el pan tan duro que apenas le pudiera morder un maldiciente. Pretendía por lo bravo, y si no era el poner huevos, no le faltaba otra cosa para gallina, porque cacareaba notablemente.
Pues que no lo sea. Arréglate... ¡Ah! Hoy es sábado: los veinticuatro reales del carbonero... En cuanto al maestro de baile, si insiste en subir más cubas, que yo no pago más que lo de costumbre; lo demás es por su cuenta. No me pongas más caldo de gallina, a no ser que el cocinero jefe te mande alguna. Suprimido el cuarto de gallina o el medio pollo.
La señora baronesa fué hecha pedazos, mi pobre alumno tratado lo mismo que su hermana, y en la granja no ha quedado piedra sobre piedra, ni troxes, ni siquiera un carnero, ni una gallina, ni un árbol; pero bien nos han vengado, porque lo mismo han hecho los Abaros en una baronía inmediata que era de un señor bulgaro.
Bajo el alero de la caballeriza tubaban palomas con tonos de dianas distantes y el «errás-errás» de la rasqueta era apagado a veces por el repentino aleteo de alguna gallina madrugadora que se descolgaba al suelo y daba luego una pequeña carrerita cacareando a grito herido, como si hubiera realizado una hazaña prodigiosa.
PUDDING DE COCIDO. Después de escurrir el caldo del cocido, se quita la piel de los garbanzos y se machacan bien; se repica la carne, gallina, chorizo, jamón, tocino, patata y todo lo que tenga el cocido.
Palabra del Dia
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