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Actualizado: 5 de noviembre de 2025
La buena y plácida señora de Dumais no puede creer a sus ojos ni a su oído desde hace veintitrés años que Francisca está en el mundo. Conserva el asombro de una gallina que ha empollado un huevo de pato creyendo empollar uno de su raza. No es posible volver jamás de esas sorpresas... Pobre señora Dumais. 7 de octubre.
Muy buena, sí, y debemos socorrerla... No faltaba más... darle de comer... Pero créame, Doña Paca, no hará usted nada de provecho sin mi prima. Y para que no dude más, y se quite quebraderos de cabeza, esta misma tarde, anochecido, se la mando. Bueno, hija, que venga, y se encargará de la casa... Y a propósito: aquí hay una gallina asada que se va a perder.
La gallina cacareó. Pero aquellos hombres hablaron de los mercados extranjeros, donde todo se pagaba diez veces más que aquí, y hoy nuestros animales de corral y de alcoba han aprendido ya los caminos del mundo. El cerdo gallego tiene actualmente sus ideas industriales, ni más ni menos que si fuese un cerdo de Chicago.
En vista de todo esto, podremos decir que tanto la prosa como la poesía, son dos manifestaciones de la palabra, son las dos formas de que se reviste el pensamiento, y que si la una es el fruto, la otra es la flor; que sin flor no puede haber fruto, y que por lo tanto, enredarse mas en esta cuestion seria lo mismo que disputar sobre si tiene mas importancia la base que la cúspide de la pirámide, ó cual fué primero: el huevo ó la gallina.
Hoy he subido a los altos del castillo con el objeto de hacer una visita a una anciana soltera de ochenta años, que vive gracias a una corta pensión que le han dejado y a haberle cedido, sin pagar retribución alguna, una pequeña habitación bajo el tejado del edificio. Vive en compañía únicamente de una gallina dócil como un perro. Esta viejecita se llama la señorita Felicidad.
Ambos añadieron que no estando acostumbrados a hablar con gente de la otra vida, se olvidaron de la consigna y de dar el quién vive, porque la carne se les volvió de gallina, se les erizó el cabello, se les atravesó la palabra en el galillo y cayeron redondos como troncos. Don Ramón Rodil, para curarlos de espanto, les mandó aplicar carrera de baquetas.
Con mayor furia todavía, tomó el sombrero y empezó a despedazarlo con gran coraje, pero, he aquí, que encontró, entre el forro y la copa, algo duro, una piedra, efectivamente, más grande que un huevo de gallina, aunque no tanto como uno de avestruz; era roja como la sangra de un pichón y brillaba al sol de una manera sorprendente. Era nada menos que un rubí.
Para estos casos quiere uno el dinero. Llegué a la iglesia, me senté al confesionario, y lo primero que le dije al cura fue esto: «Acúsome, padre, de leer El Sol». ¿Así lo dijiste, Antoniño? Así, sí, señor, y con la misma tranquilidad con que hubiese podido decir «buenos días». No se figure usted que yo soy un gallina. Y el cura, ¿qué te contestó?
Corre para informar al rey. En el camino encuentra una gallina. ¿A dónde vas? pregunta la gallina. 5 ¡Oh! dice el pollo, el cielo ha caído en mi cabeza y voy a informar al rey. Yo voy también, si quieres, responde la gallina y se marchan juntos el pollo y la gallina al palacio del rey. En el camino encuentran un gallo. 10 ¿A dónde vas? pregunta el gallo a la gallina.
No; tengo familia allá en mi casita de las afueras de Barcelona; una familia que no da disgustos: un perro, tres gatos y ocho gallinas. No entienden a las personas y por eso me respetan, me quieren como si yo fuera un hombre igual a los demás. Envejecen tranquilamente a mi lado. Nunca se me ha ocurrido matar una gallina: me desmayo viendo correr la sangre.
Palabra del Dia
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