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Actualizado: 24 de julio de 2025
A lo cual ella respondió: ''En verdad que si tú fueras de mi padre, que yo hiciera que no te diera él por otros dos tantos, porque vosotros, cristianos, siempre mentís en cuanto decís, y os hacéis pobres por engañar a los moros''. ''Bien podría ser eso, señora -le respondí-, mas en verdad que yo la he tratado con mi amo, y la trato y la trataré con cuantas personas hay en el mundo''. ''Y ¿cuándo te vas?, dijo Zoraida.
Doña Lorenza, que oye siete misas al día y se confiesa dos veces por semana, te detesta como si fueras el mismo Judas. Ella infundirá este odio á su niña, haciéndole creer que eres descendiente de Caifás, y que se va á condenar si se casa contigo. ¡Monstruoso, inconcebible! Esa familia, chico, es la madriguera del obscurantismo. ¡Qué rancias ideas y costumbres!
Butrón hizo una profunda señal de asentimiento, y la duquesa, ya amansada del todo y queriendo remediar su anterior arranque, dijo vivamente: ¿Pero podías creer otra cosa? Y cogiéndola la muñeca en que traía la pulsera de Isabel II, besóle la mano con gran cariño, diciendo: Si fueras tú camarera de la Cisterna merecerías que se te volviese un grillete esta pulsera.
¡Siempre el mismo! ¡Eso es! ¡Siempre el mismo! repuso él levantándose. ¡Siempre queriéndote como un babieca! ¡Para mí, criatura, eres y serás la Virgen del Carmen y la Santísima Trinidad y el copón y la hostia!... ¡Calla, Manolo, calla! Habrá que mandarte á la miga. ¡Si fueras tú la maestra!... Adiós, gachona.
Le compraba juguetes caros, le ponía en la mano, para que las rompiera, las figuras de china de la sala y le permitía comer mil golosinas. «¡Ah!, si fueras madre de verdad no harías esto...». «Pues si no lo soy, mejor... ¿A ti qué te importa?». «A mí nada. Dispensa, hija, ¡qué genio!». «Si no me enfado...». «¡Vaya, que estás mimadita!».
¡Válgate Dios por sueño, Florela! exclamó doña Guiomar toda encendida y confusa, por las imaginaciones en que a causa de su sueño podía dar su criada; ¿y para qué había yo de haberte mandado que detrás de las cortinas te sentaras, sino para que fueras testimonio a ti misma de lo honesto de mi conversación con ese hidalgo?
¡Dios de Dios! exclamó el sargento mayor, atusándose el mostacho y parándose delante de Luisa, el un pie adelante, afirmando el cuerpo en el otro y la mano en la cadera; ¿pues por qué, buena moza, no estoy yo ahora en Nápoles? ¿Qué diablos tendrá que hacer este tunante en Nápoles? pensó Quevedo ; oigamos, y palabras al saco. Es que si tú te fueras y no me llevaras, yo moriría de pesar.
Yo le di mi conformidad, y hoy pensaba llevarte conmigo... pero ya no me atrevo, hija, ya no me atrevo. Habiendo de por medio esta pestilencia, no puedes rozarte... Yo había determinado que fueras todos los días a recoger la comida sobrante en casa de la que fue tu ama. ¿Y ya no...?
JARIFA. ¡Ay, ojos claros y hermosos! ABIND. ¡Ay, divina hermana mía! JARIFA. ¡Ay, hermano mío gallardo! ABIND. ¡Qué nieve cuando más ardo! JARIFA. ¡Qué fuego entre nieve fría! ABIND. ¿Qué esperas, tiempo inhumano? JARIFA. Tiempo inhumano, ¿qué esperas? ABIND. ¡Ah, si mi hermana no fueras! JARIFA. ¡Ah, si no fueras mi hermano! ABIND.Señora, ¿de qué sabéis Que hermanos somos los dos?
-Y aun te sobra -dijo don Quijote-; y cuando no lo fueras, no hacía nada al caso, porque, siendo yo el rey, bien te puedo dar nobleza, sin que la compres ni me sirvas con nada. Porque, en haciéndote conde, cátate ahí caballero, y digan lo que dijeren; que a buena fe que te han de llamar señoría, mal que les pese.
Palabra del Dia
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