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Actualizado: 23 de junio de 2025
¿Sobre Peleches también? preguntó Nieves frunciendo un poco el entrecejo monísimo. Precisamente sobre Peleches, tomado como punto principal de la plática, no. Y ¿ha de ser ahora mismo la plática esa?
Sí, sí interrumpió el loco frunciendo las cejas ; pero aquel tiempo ha pasado. Mis guerreros son más numerosos que las hojas de los bosques... y vuestra sangre fluye como el agua de los arroyos. ¡Te conozco hace más de mil años! ¡Bah! respondió Hullin.
Mala recomendación esta última, dijo el señor de Morel frunciendo el ceño; y si á tu hermano te pareces por los hechos.... Lejos de eso, señor, dijo vivamente el arquero. Puedo aseguraros lo contrario, y á fe que hoy mismo lo amenazó de muerte su hermano y le soltó los perros. ¿Perteneces también á la Guardia Blanca? Á juzgar por tu rostro, edad y porte, no has tenido mucha práctica militar.
Sarto siguió apuntándole, con expresión tan dolorida en el rostro que me costó trabajo no soltar la carcajada. Permanecimos allí diez minutos más. Ya lo ha oído usted dijo Sarto. Le han mandado a decir que «todo va bien.» ¿Y qué quieren decir con eso? pregunté. ¡Dios sabe! contestó Sarto frunciendo el ceño. Pero es innegable que el mensaje le ha hecho venir de Estrelsau en la mayor incertidumbre.
Hacía allí un calor insufrible. Pepe Castro aprovechó la confusión de la salida para preguntar a Clementina: ¿Cómo no has ido esta mañana? Clementina detuvo el paso, le miró con sonrisa protectora. ¿Esta mañana?... No sé. ¿Cómo no sabes? dijo frunciendo su augusta frente el real mozo. No sé; no sé y dió un paso para alejarse sin dejar de sonreír con leve matiz de burla. ¿Y mañana irás?
¡Ah! gimió la hostelera, frunciendo las cejas y moviendo la cabeza. ¿Por qué se habrá metido en ese malhadado asunto? De él nos viene todo el mal, y seguramente no hemos llegado al fin todavía. Tenga paciencia. Todo se arreglará. Veré al señor Simón, y si es razonable... La señora Miguelina le interrumpió precipitadamente: No, no le vea usted otra vez. ¡Ya es demasiado que se encontraran ayer!...
Después tosió tres veces consecutivas y se puso á examinar con profundísima atención y frunciendo ferozmente las cejas el puño del junquillo. No bien hubo terminado esta tarea, pasó á azotarse con él los pantalones, de la misma traza que lo hiciera al comienzo de su visita. Todavía se alzaron á los golpes algunas nubecillas de polvo, aunque más leves y trasparentes.
Acercose a Magdalena, diole un beso en el cuello, sin que ella mostrase resistencia ni agrado, y quitándose guantes, gabán y sombrero, se sentó en una butaca colocada frente al tocador; de modo que pudiese ver a su amante por la espalda y al mismo tiempo contemplar su rostro reflejado en el espejo. Besitos dijo ella frunciendo el entrecejo besitos... y poca vergüenza.
Permanecimos en silencio algunos instantes; después Sarto, frunciendo las pobladas cejas y retirando su pipa de la boca, dijo dirigiéndose a mí: A medida que el hombre envejece cree en el hado. El hado lo ha traído a usted aquí y el hado lo lleva también a Estrelsau. ¡Cielo santo! murmuré, retrocediendo tembloroso. Tarlein me miró con viva ansiedad. ¡Imposible! dije sordamente. Lo descubrirían.
Hazme el favor de dejarme. He dicho que me iba y no me vuelvo atrás profirió en tono resuelto frunciendo el entrecejo. El guapo se enfureció otra vez, y olvidando toda galantería, la insultó groseramente.
Palabra del Dia
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