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Obtenido lo cual, el correveidile se frotó las manos asegurando al presidente que la mesa estaría regiamente exornada. Regiamente, no señor contestó el presidente algo fosco . Republicanamente, dirá usted. No quiso el organizador de la fiesta discutir el adverbio, y satisfecho de haber encontrado los accesorios, se dio a buscar lo principal, o sea la comida.

Y frotó el vidrio del anteojo como para asegurarse de que veía claramente y de que ninguna ilusión de óptica le engañaba. No, no se engañaba... Apenas este torrente de maldiciones y de juramentos hubo salido de su boca, Kernok se armó de un espeque. Un espeque es un palo de madera de unos cinco o seis pies de longitud y de cuatro pulgadas de circunferencia.

Inmediatamente después, separó las manos sin que opusiera resistencia la cinta que las ataba, y cerrando ambos puños se frotó con ellos los ojos, como es costumbre en los niños al despertarse. Luego se incorporó con rápido movimiento, sin esfuerzo alguno, y mirando al techo, se echó á reir; pero su risa, sensible á la vista, no podía oirse.

La nené no oyó el final del cuento.... La música de las palabras, que no le despertaban idea alguna, el haber vuelto a entrar en calor, la misma satisfacción de estar con su favorito, le trajeron insensiblemente el sueño anterior, y Perucho, al armar la algazara acostumbrada cuando terminan los cuentos de cocos, la vio con los ojos cerrados.... Acomodó lo mejor que pudo el lecho de espigas; llególe el mantón al rostro, como hacía Nucha, para que no se le enfriase el hociquito, y muy denodado y resuelto a hacer centinela, se arrimó a la puerta del hórreo, en una esquina, reclinándose en un montón de maíz. Pero fuese la inmovilidad, o el cansancio, o la reacción de tantas emociones consecutivas, también a él la cabeza le pesaba y se le entornaban los párpados. Se los frotó con los dedos, bostezó, luchó algunos minutos con el sueño invasor...

No hay duda, el señorito Octavio batallaba rudamente con el sueño. Señorito... señorito... ¿no se levanta usted? , ... allá voy... en seguida. Y dicho y hecho; abrió los ojos, llevó á ellos los puños y los frotó con singular encarnizamiento, corrió todo el cuerpo hacia arriba hasta tocar con la cabeza en la madera de la cama, cruzó los brazos sobre el pecho, y otra vez quedó dormido.

, lo tendrás dijo Jaime . Y si tu padre no te lo da, yo te compraré el mejor que encuentre en Ibiza. El muchacho se frotó las manos, brillándole los ojos con fulgores salvajes. Es sólo para que seas hombre como los otros continuó Febrer ; pero ¡nada de usarlo! Un simple adorno nada más. Pepet, ansioso de realizar cuanto antes su deseo, contestó con enérgicos movimientos de cabeza.

Si, en su negra ingratitud, no quiere seguir los consejos de su madre, tan llena de ternura que se inquieta sólo por él, que pasa las noches cavilando y atormentándose... Y se frotó los ojos con su delantal, como si hubieran estado llenos de lágrimas. ¡Pero Enriqueta! volvió a decir él. ¡Adalberto, no me contradigas!

Rodeé la cintura de Sarto con mi brazo y sosteniéndole le hice salir del sótano, cuya destrozada puerta cerré lo mejor que pude. Permanecimos en el comedor, sentados y silenciosos unos diez minutos. Después el viejo Sarto se frotó los ojos, dio un profundo suspiro y pareció recobrar su calma habitual.

Después se frotó mucho las manos, murmurando: «Bien, bien; esta es la cosa». Era el movimiento inicial del obrero que se aligera las manos antes de empezar una ruda faena, o del cavador que se las escupe antes de coger la azada. Después dijo bruscamente y sonriendo: «¿Me permite usted echar un cigarrillo?».

La esposa de Adán barrió y lavó los pisos de la entrada de la casa, de la cocina y del dormitorio. También puso una colcha nueva sobre la cama y frotó las sillas con arena y jabón. Después inspeccionó el guardarropa de la familia, y al ver que las pieles de cordero de su marido no estaban presentables, le confeccionó en un momento una casaquilla de hojas secas. ¡Para un hombre, bien estaba!