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Actualizado: 23 de junio de 2025


Bringas se frotó los ojos, los volvió a abrir, y moviendo mucho los párpados, como los poetas cuando leen sus versos, exclamó con acento que desgarraba: «¡No veo!... ¡No veo!». Rosalía no pudo añadir nada; tal era su espanto. La de García Grande, que había logrado dominar el fuego, aunque no evitar completamente la adherencia de sus botas al piso, acudió al lastimoso grupo...

Exactamente como si su marido fuese un gato, Fierabrás se frotó todavía varias veces contra las sayas de su esposa, dio unas cuantas vueltas roncando, y al fin entró en la casa en la misma posición. Una vez allí, quiso, al parecer, levantarse, pero no pudo. Mareado por el alcohol, por las vueltas que había dado en cuatro pies y por la viva luz de la lámpara de petróleo, dio consigo en tierra.

Inmediatamente después separó las manos sin que opusiera resistencia la cinta que las ataba, y cerrando ambos puños se frotó con ellos los ojos, como es costumbre en los niños al despertarse. Luego se incorporó con rápido movimiento, sin esfuerzo alguno, y mirando al techo, se echó á reir; pero su risa, sensible á la vista, no podía oírse.

Reyes y le frotó las orejas con ambas manos como para entrar en calor. Fingimiento inverosímil, pues estaba la atmósfera que ardía, según el otro. ¿Qué hay, perillán? ¿A qué viene usted aquí? ¿A robarme tiempo, eh? Pues me lo pagará usted en dinero, porque el tiempo es oro. Y se reía D. Benito, encantado con su propia gracia. Sr. García, quisiera hablar con usted dos palabras....

Roberto se había quedado inmóvil, abrazado a las columnas de la cama; su pecho jadeaba; su rostro parecía petrificado por un dolor sombrío, sin lágrimas. El doctor frotó su ruda barba gris contra el hombro del joven y gruñó con ese tono de consuelo áspero que, mejor que cualquier otro, llega al corazón de los hombres enérgicos: Ven, hijo mío. No hagas locuras; ¡no turbes su reposo!

Miranda se bajó a facturar el equipaje, y me dijo que descansase un rato, que procurase dormir.... ¡Y lo ha procurado usted bien! murmuró con una media sonrisa el viajero . Duerme usted desde allá... cinco horas seguidas, de un tirón.... Pero... es que ayer madrugué tanto.... Estaba rendida. Y Lucía se frotó los ojos, cual si otra vez sintiese en ellos la comezón del sueño.

Dice que , allá en su país, y que ahora es cura de ellos, y está casado.... ¡Casado!!! Bueno, está... con una viuda. Ya tienen... y la muchacha remedó burlescamente el llanto de un recién nacido. ¿Y el otro bazuncho? Es el que... y frotó el índice con el pulgar, ademán expresivo que significa en todas partes soltar dinero.

Cualquiera diría, repuso Ben Zayb que estaba de ocurrencias aquella noche, que ese chino es Quiroga, pero observándole bien se parece al P. Irene. ¿Y qué me dicen ustedes de ese indio-inglés? ¡se parece á Simoun! Resonaron nuevas carcajadas. El P. Irene se frotó la nariz. ¡Es verdad! ¡Es verdad! ¡Si es el mismo! ¿Pero dónde está Simoun? ¡que lo compre Simoun!

Y dando un patético suspiro, se frotó las manos; y renunciando al ideal de cobrar dos veces, no pensó más en aquello y volvió a sus negocios. En cuanto a Reyes, al llegar al portal, donde trabajaba y comía un zapatero de viejo, tuvo varias ideas y un desmayo.

Cuando el sol se le metió por los puntos de la pluma, levantó la cabeza, satisfecho de su tarea. Miró al cielo. Estaba alegre, sin nubes. El buen tiempo en Vetusta vale más por lo raro. El Magistral se frotó las manos suavemente. Estaba contento.

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