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Actualizado: 8 de mayo de 2025
Parecía no tener edad; lo mismo podía ser de veinticinco que de sesenta años. Lo único que se conservaba fresco en ella eran los ojos, unos ojos que aún tenían el resplandor ingenuo de la adolescencia, y miraban de frente, con la serena confianza de la virgen fuerte.
Parece mentira que yo esté tan fresco después de haberme creído con derecho a matar a un hombre, después de haberme ilusionado con la idea de cometer el crimen, concluyendo por renunciar a ello. Mi conciencia está hoy tan tranquila no habiendo matado, como firme y decidida estuvo cuando pensé matar... Entonces no veía a Dios en mí; ahora sí que le veo.
Había que torear tres o cuatro días seguidos, y el espada, al llegar la noche, rendido de cansancio y falto de sueño por las recientes emociones, daba al traste con los convencionalismos sociales y se sentaba a la puerta del hotel en mangas de camisa, gozando del fresco de la calle. Los «chicos» de la cuadrilla, alojados en la misma fonda, permanecían junto al maestro, como colegiales reclusos.
Es tela muy impropia de estos calores. Como allá se siente fresco algunos días, me la llevo. Yo he de traerle a usted cosas mejores... ¡Ah!, le dejaré unas varas de crudillo para vestidos de los pequeñuelos, y unos pedazos de crespón que me han sobrado». Con todo se conformaba la Bringas.
Hacía fresco, y para entrar en calor comenzó a pasear por el andén, presa de una impaciencia en que acaso era curiosidad la mayor parte: cada dos minutos miraba al reloj, y constantemente tenía el oído atento, esperando escuchar un timbre eléctrico, una campanada, un silbido, cualquier señal que anunciase la llegada del tren.
En la puerta se detuvo, miró a Petra mientras se embozaba, y la vio con los ojos fijos en el suelo, con una llave grande en la mano, esperando a que pasara él para cerrar. Parecía la estatua del sigilo. De Pas la acarició con una palmadita familiar en el hombro y dijo sonriendo: Ya hace fresco, muchacha.
Sentados ambos después en blandos cojines, comieron juntos, sobre anchas hojas de plátano, butiro fresco extendido en leves y esponjadas tortas de flor de harina, y miel de azahar a la postre: manjares simbólicos de iniciación en los misterios orientales, para aprender a reprobar lo malo y a elegir lo bueno. En el centro del pandal se levantaba el ara, donde había algunas brasas.
Como era natural, nada de esto dejó entender a sus subordinados; pero después de haber tomado sus notas, dirigió la exploración hacia unas tierras que ocupaban la vertiente opuesta del valle y pertenecían a los bosques de Montegrande. Allí, por el contrario, el suelo era duro y fresco al mismo tiempo y además riquísimo en humus.
Silencio lúgubre, no interrumpido por ruido alguno, reinaba en la casa. Parecía que todos dormían: él tan sólo velaba sin duda; y saliendo al corredor, donde le causaba algún alivio el aire fresco de la noche, se paseó allí mucho tiempo. Dieron las nueve, las diez, las once.
Hallaréis la sensitiva en una de esas formas ligeras; la cornularia, al tacto se repliega sobre sí misma, cierra su seno como la flor sensible al fresco nocturno.
Palabra del Dia
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