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Pero Gabriel no era un temperamento amoroso; la curiosidad, el ansia de saber, le dominaban, y después de estas escapadas, de las que volvía más fresco, con el cerebro más despierto, como si saliera de un baño que calmaba su juventud, entregábase con mayores ánimos al estudio.

Herrera pintaba también con mucha destreza al fresco, ejecutando no pocas obras por este procedimiento, y entre las cuales cita Varflora las ejecutadas en los conventos de la Merced y de san Pablo y san Buenaventura.

Cuando recobré el conocimiento estaba sentado sobre un banco de piedra, en el banco de un enorme edificio semejante a un convento, que el más grave silencio envolvía. Dos padres lazaristas lavaban cuidadosamente mi oreja. Un aire fresco circulaba; la garrucha de un pozo chirriaba lentamente, y una campana tocaba a maitines.

Esta mañana me hice á la vela con viento NO fresco, y fondo en la angostura que hace entre la Isla de las Gamas y la Península de los Jabalies; y en este paraje, á la orilla del agua sobre la barranca, puse cinco pipas y dos cuarterolas de agua dulce, para que sirvan de socorro la embarcacion que allí vaya con comision ó arribada, y asimismo á los que vayan por tierra.

A la izquierda, hacia el lado del mar, se extendía una gran huerta, ostentando bajo las ventanas de las celdas, su fresco verdor, sus árboles, sus flores, el murmullo de sus acequias, el canto de los pájaros y la esquila del buey que tiraba de la noria.

Díselo a tu papá. Es que yo no me atrevo... Si te encargases... Está bien, hija, para han de ser todos los apuros.» Y armándome de valor me atreví a decírselo a éste. Crea usted que temblaba como una hoja, porque no sabía cómo lo iba a tomar; tenía miedo que me echase con viento fresco. Afortunadamente, estaba de buen humor aquel día, ¿verdad, querido?

Baltasar ignoraba los detalles del Carnaval de las cigarreras, y apenas entendería lo que estaba viendo, si Borrén, mejor informado, no se tomase el trabajo de explicárselo. Generalmente estas mascaradas son de puertas adentro; pero hoy, como hace calor y el día está bueno, salen al fresco a bailar.... ¡Qué casualidad, hombre! Casualidad es, tiene usted razón. En todas partes he de encontrármela.

Repitió con energía, que lo dicho, dicho estaba: que él no podía volver a su casa, por razones que al tío no le importaban un bledo, pero que si le dejaba marchar en paz, le prometía ser todo lo juicioso posible... Si no vas a tu casa, muchacho, ¿a dónde vas? A tomar el fresco... Agapo le vigilaba, y vió que se sonreía, que parecía tranquilo...

¿Y por qué dice V. que ese D. Juan es un ente? le preguntó una vez doña Manolita. ¿Por qué lo he de decir? contestó don Acisclo ; porque es un ente; porque es el bicho más raro que he conocido en mi vida. El triunfo Ente o no ente, D. Juan Fresco valió de mucho a D. Acisclo, el cual, mientras más esperanzas tenía, más se afanaba y desvelaba porque no se frustrasen.

Una noche, viéndola dormida, se complace en imaginársela muerta, y siente «en su fresco aliento un imperceptible olor á podrido». No obstante, la adora; tiene la atracción de las vorágines; será esclavo suyo hasta morir.