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Actualizado: 17 de julio de 2025


El corazón le latía fuertemente; las piernas le temblaban; cuando quiso cantar en una de las calles más céntricas, no pudo; el dolor y la vergüenza habían formado un nudo en su garganta. Arrimose a la pared de una casa, descansó algunos instantes, y repuesto un tanto, empezó a cantar la romanza de tenor del primer acto de La Favorita.

El seminarista volvió su rostro inflamado por la ginebra, temiendo que Andrés bromease; pero viéndole muy serio, hizo una leve mueca de sorpresa, y arreando al caballo con la vara de avellano que empuñaba, tornó a coger el hilo de su canción favorita. «La mujer que es gorda y tierna Y tiene buena pierna... Y al cura hace pecar, Mereciera ser condesa, marquesa, duquesa Y el cura cardenal

Aconteció, pues, que la Princesa, en una hermosa mañana de primavera, estaba en su tocador. La doncella favorita peinaba sus dorados, largos y suavísimos cabellos. Las puertas de un balcón, que daba al jardín, estaban abiertas para dejar entrar el vientecillo fresco y con él el aroma de las flores. Parecía la Princesa melancólica y pensativa y no dirigía ni una palabra a su sierva.

Le inquietaba ver que Sabel recibía otra vez su antigua corte de sultana favorita, y que la Sabia y su progenie, con todas las parleras comadres y astrosos mendigos de la parroquia, pululaban allí, huyendo a escape cuando él se acercaba, llevando en el seno o bajo el mandil bultos sospechosos.

¿Y cómo podremos desencantarlos? dijo la doncella favorita. Yo misma, contestó la Princesa, iré al palacio en que viven y allí veremos. me guiarás, lavanderilla.

Zola construye el árbol genealógico de su familia favorita, y explica en una larga serie de tomos el desarrollo de una neurosis en los individuos de esa familia, y las formas que sucesivamente afecta el mal. Y así, por este orden, y con gran lujo de exactitud y de pormenores.

Jaime, muchacho gordinflón y bullicioso, se encariñó en seguida con este camarada calmoso y fuerte que se sometía a sus caprichos. Su «amigo Juan» se le hizo indispensable. No tardó el niño pobre y reflexivo en tener una ligera influencia saludable sobre el niño rico. En cuanto a María Teresa, demasiado pequeña para ser otra cosa que un despótico baby, era gran favorita de Juan.

Rara vez, y por mil razones, estaban los dos de acuerdo, y la diversión favorita de Raúl era hacerlos regañar sobre un asunto cualquiera y ver la cara asustada del cura ante las réplicas agridulces del notario.

Era el terror de los siglos de Inquisición que aún vivía en aquel pequeño mundo paralizado. El perrero era el único que no mostraba miedo y hablaba en público del cabildo y del cardenal. ¡A él qué...! Casi deseaba que lo echasen de «aquella cueva», para dedicarse a su afición favorita, volviendo a la plaza de Toros sin protesta de la familia.

Ignoraba por ejemplo que Petra podía permitirse el lujo de servirle bien a él sin pensar en el interés, sin más pago que el del amor con que el gallo vetustense ya no podía ser manirroto: no era Petra enemiga del vil metal, ni la ambición de mejorar de suerte y hasta de esfera, como ella sabía decir, era floja pasión en su alma, concupiscente de arriba abajo; pero en Mesía no buscaba ella esto; le quería por buen mozo, por burlarse a su modo del ama, a quien aborrecía «por hipócrita, por guapetona y por orgullosa»; le quería por vanidad, y en cuanto a servirle en lo que él deseaba, también a ella le convenía por satisfacer su pasión favorita, después de la lujuria acaso, por satisfacer sus venganzas.

Palabra del Dia

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