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Actualizado: 7 de junio de 2025
Cuando estuvo del todo aparente, volvió la cabeza y se adelantó, despacio, muy despacio, hacia Ramiro. Su rostro, de una extrema palidez de marfil, estaba surcado de hondas arrugas verticales, que iban a perderse entre la barba canosa, barba ensortijada por los dedos nerviosos, durante las horas de meditación. Los párpados estaban recargados de fatiga y de insomnio.
La vanidad sirviera justamente para reconocer cuán ajeno fué de tal escrito, si el estilo no lo dijera á primera vista. Se habla en este libro con extrema parquedad de Antonio Pérez, y él no sabía hacerlo, por mucho que se quisiera disfrazar.
En cuanto á mí, apenas puedo decir que pensaba; una extrema sensación, mezcla de una alegría profunda y de una profunda amargura, había invadido todo mi ser, y me abandonaba á ella, como suele uno abandonarse á un sueño, del que tiene conciencia, pero no fuerza para sacudir su encanto. Llegamos á media noche.
Ya cerca de Palma Mocha, se hizo alto y el capitán Perdomo, Jefe de la columna, ordenó que el joven Teniente Jacinto Llaca, perteneciente al cuerpo de la Guardia Rural, fuese desmontado con 10 hombres en la extrema vanguardia de la columna, con el fin de que no pudieran los rebeldes oir el tropel de los caballos.
Y los soldados descendían de los automóviles en el mismo margen de la batalla, haciendo fuego así que saltaban del estribo. Todos los hombres que sabían manejar el fusil los había lanzado Gallieni contra la extrema derecha del enemigo en el momento supremo, cuando la victoria era aún incierta y el peso más insignificante podía decidirla.
En mi calidad de extranjero, nada tenia de extraña mi pregunta: me dirijí al que me pareció ser director del Establecimiento, y con extrema cortesía satisfizo mi curiosidad. La cuestion es muy sencilla: los nobles de Venecia, dados á la opulencia y al lujo, empezaron con sus elegantísimas góndolas, que es como si dijéramos coches de gala, á oscurecer las del dux.
ACTO V. Todavía, ya en una extrema vejez, Fausto busca el bien supremo en la filantropía, en hacer la felicidad de sus semejantes, en los adelantamientos sociales.
Al cabo de cerca de una hora, recorría con extrema alegría la última hoja del legajo número 115, cuando vi entrar á la señorita de Porhoet arrastrando con trabajo un enorme paquete envuelto con bastante limpieza en una tela blanca. Buenos días, amable primo me dijo, habiendo sabido que trabajaba usted por mí esta mañana, yo he querido hacerlo por usted. Le traigo el legajo número 116.
Terminada la fiesta, se ve al Rey rodeado de sus grandes y recibiendo los homenajes de las personas principales de Sevilla, que, habiendo sido adversarios suyos, son acogidos con frialdad; con Guzmán se extrema el Rey más que con ningún otro, por considerarlo como al caudillo de más valía de sus enemigos.
Vea usted, pues, que el nuevo amor no era para la desgraciada señora un motivo de esperanza, sino de desesperación extrema. Vérod había escuchado inmóvil, teniendo todavía apretado entre las manos el diario de la difunta, y no pudo contestar de otro modo que balbuceando, confuso, y casi despavorido: ¿Usted cree?... ¿Cómo dudarlo? Lea usted las páginas siguientes.
Palabra del Dia
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