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Actualizado: 4 de junio de 2025
El temperamento del público es en lo general despótico, y capaz de denegar la justicia más evidente, cuando se demanda con demasiada exigencia como de derecho; pero concede frecuentemente más de lo que se pide, si, como sucede con los déspotas, se apela enteramente á su generosidad.
De tal manera que al cabo de algún tiempo varios dignísimos vecinos, de oficio pescadores, pidieron a gritos que se presentase D. Gaspar a la ventana para tributarle los honores merecidos. El gran poeta no tuvo más remedio que ceder a esta exigencia de la multitud, que le recibió con palmoteo atronador y fuertes vivas.
» Ya te lo he dicho antes, Amaury: esa separación la exige tu carrera y yo acato esa exigencia con la abnegación debida. »Yo estaba cada vez más sorprendido, sin acertar a explicarme en modo alguno una serenidad y una sensatez como aquéllas en una niña tan mimada y caprichosa como Magdalena; pero ni interrogándola ni pidiéndole toda suerte de explicaciones, pude lograr esclarecer el misterio.
Entregóselo todo a don Simón, que, a regañadientes, tuvo que escribir lo que sigue, dictado muy recio por don Celso, no tanto para que lo oyera bien Cuarterola, cuanto para llenar una exigencia del candidato, que de este modo creía echar menor responsabilidad sobre su conciencia: «Señor don Pedro Gutiérrez. Madrid.
Esta proximidad había sido siempre una exigencia de doña Paula. Ella habitaba el segundo piso, a sus anchas; no quería ruido de curas y frailes entrando y saliendo; pero tampoco consentía que su hijo, su pobre Fermín, que para ella siempre sería un niño a quien había que cuidar mucho, durmiese lejos de toda criatura cristiana.
La de Aimont protesta... «¡Qué exigencia! murmura; es draconiano...» Y ella, ¿no se encuentra exigente? Nada de eso respondió Francisca con una burlona carcajada. Ella es natural que tenga las pretensiones que quiera, eso es permitido... Lo que no lo es, es que el caballero haga lo mismo. ¡Ah! respondí pensando en otra cosa.
El príncipe fue justo, y contestó inmediatamente haciéndose cargo de esta exigencia de honor, desde el momento en que la publicidad hecha en los periódicos liberales, había colocado a mi hijo en una situación tan especial. El párrafo apareció según Alfonso lo escribiera al principio.
El ardor del sol, el peso de las armas, la falta de agua sobre todo, fatigaron tanto á los soldados, que al llegar á la arboleda y sitio de los pozos no hubo razón ni palabra que los contuviera, precipitándose en el mayor desorden á satisfacer la exigencia de la sed con porfía y aun lucha de unos con otros.
No tuvo Santa Cruz más remedio que ceder a la exigencia de aquel maldito inglés, y tomando de sus manos la copa, decía a media voz: «Valiente curdela tienes tú». Pero el inglés no entendía... Jacinta vio que aquello se iba poniendo malo. El inglés llamaba al orden, diciendo a los más jóvenes con su boquita cerrada que tuvieran fundamenta.
Ya tenía tres pesetas, ya tenía un duro, ya se aproximaba lentamente a los dos, y de pronto surgía una necesidad imperiosa, una exigencia ineludible, el pago a la tienda, que se negaba a fiar más sin recibir algo a cuenta, la compra de material para el emballenaje de los corsés, la necesidad de echar unas suelas a las botas únicas de Maltrana, mientras éste permanecía prisionero en el cuarto; y de este modo la mala fortuna llevábase de una manotada todos los ahorros, sin dar tiempo a que se completase el importe del alquiler.
Palabra del Dia
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