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Sin embargo, al repetir aquel hombre su exigencia en un tono más amenazador, quedó de manifiesto que su influencia era suprema, y que en sus manos sin escrúpulos se veía tan desamparada como una pobre criatura. La situación fue para una verdadera revelación.

En el cual se mencionaron los sesenta mil duros perdidos en Baden-Baden por Gonzalo Quiroga, y los triunfos de Sagrario en las mismas aguas, y se discurrió largamente sobre lo que acontecería después al elegante matrimonio, cuyo paradero se ignoraba a la sazón, aunque se sabía que había estado también en Constantinopla por exigencia terminante de Sagrario.

ALCALDE. Pues es muy justo que se te pague, porque la paré no debió haberse caído. CLETO. Eso mesmo creo yo. ALCALDE. Eso es lo que se necesita.... ¿Y qué dice á esto el demandado? DEMANDADO. Que esa demanda envuelve la falsedad más indigna; que estoy resuelto á negarme á la infame exigencia del demandante, y á hacer todo lo posible por enviar á un presidio á los autores de esa impostura.

Las walkyrias de la Sanidad habían desaparecido igualmente. El barbudo era de los que se habían quedado, y al ver de lejos á don Marcelo sonrió, desapareciendo inmediatamente. A los pocos momentos reaparecía con las manos llenas. Nunca su presente había sido tan generoso. Presintió el viejo una gran exigencia, pero al llevarse la mano al bolsillo, el sanitario le contuvo: Nein... Nein.

Un vozarrón de marimacho bajó como un trueno por el hueco de la escalerilla. ¡Elisa!... Sube pronto la leche. El señor está esperando. Rosario empezó á reir de ella misma. Ahora se llamaba Elisa: ¿no lo sabía? Era exigencia del oficio cambiar el nombre, así como hablar con acento andaluz. Y remedaba con rústica gracia la voz del marimacho invisible.

Desde el año de 1618, en que los Nodales, por órden de Felipe III, vinieron á los mares del sud á cerciorarse del descubrimiento hecho por los Holandeses del Estrecho de Lemaire y del Cabo de Hornos, hasta 1745 en que volvieron á esplorarse estos parages por los PP. Quiroga y Cardiel, ningun paso se habia dado para satisfacer, cuando menos, la curiosidad pública sobre la existencia de una nacion de gigantes, que se decia habitar las costas de Patagonia; y fué menester que otra exigencia de la ciencia de los astros empeñase á los astrónomos á dirigir sus miradas hácia el polo antártico.

Esta actitud de Leocadia, su exigencia, descaradamente manifestada, y aquel despego junto con el afán de salir, hicieron sospechar a Pepe que la manía devota fuese encubridora de próximos y mayores males.

Luego, al ser rey Amadeo de Saboya, este monarca revolucionario, execrado y abandonado por la nobleza tradicional, había tenido que acudir a nuevos hombres históricos para formar su corte. El butifarra, por una exigencia del partido, fue alto funcionario de Palacio.

Le avergonzaba esta exigencia material, pero las emociones del día, la muerte vista de cerca, el peligro todavía amenazante, despertaron en él un apetito nervioso. La consideración de que era un miserable en medio de sus riquezas y no podía disponer de nada en su dominio aumentó todavía más su necesidad. ¡Pobre señor! dijo otra vez la mujer.

Algunas semanas después, satisfaciendo la formal exigencia de mi padre, que me dijo no hacía sino obedecer los últimos deseos de la que llorábamos, dejé la Francia y comencé a través del mundo esa vida nómada, que he llevado casi hasta este día.