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Actualizado: 4 de junio de 2025


Cuando el indio se rasca en la cabeza, su exigencia solo será material, es el preámbulo para pedir ó dinero, ó cosa que lo valga; pero si el indio corre las uñas por los antedichos lugares, entonces la petición cambia de especie, y se convierte en moral.

Avisarrron al padre Cifuentes, y este contestó que no podía entrarr en aquella casa sin que Pepita salierrra prrimerro... ¡Figúrrrate qué exigencia!... Ella se negó, porr supuesto, y Pablitos también, y porr más vueltas que dierrron parrra convencerr al santo varrrón de que errra una crueldad separrrarlos, y que todo el mundo le crriticarrría a ella abandonarrlo en la última horrra, nada, nada, nada... Têtu, como un arrragonés: se metió las manos en las mangas y dijo que no, que no y que no, y lo dejó morrrirr como un perrro.

En vista de la exigencia de Bonelli, mando llamar esta mañana a Trouchín, el de la calle del Arenal, que nunca me ha servido nada; le propongo servirme la cena de mañana, la ajusto, nos convenimos; pero el condenado ¿creerá usted?, con muchas cortesías y mucha labia me dice que si no le pago anticipadamente no hay cena... Esto ya es un insulto. Jamás me ha pasado cosa igual... Le diré a usted.

La exigencia de los pigmeos resultaba tan cómica, que ahogó en él todo intento de indignación. Pero volvió á fruncir el ceño cuando el profesor le pidió que se despojase de su chaqueta y sus pantalones, conservando únicamente la ropa interior. No me diga que no, gentleman suplicaba Flimnap juntando las manos . Siga mis consejos.

¿No me da usted nada más? le pregunto. Y ella se me queda mirando, extrañada, sonriendo por mi exigencia estupenda, y exclama: ¿Qué más quiere usted? Es verdad; me olvido de que estoy en la Meseta y soy un hombre del litoral; yo no debo, en Torrijos, querer comer más cosas. La digestión no resultará pesada; pero hay que ir al casino a tomar un confortable digestivo.

La exigencia de la especie que pide un nuevo ser, y este nuevo ser reclama de sus probables padres que le den vida. Todo lo demás es música; fatuidad y palabrería de los que han querido hacer una Sociedad en sus gabinetes, fuera de las bases inmortales de la Naturaleza. ¡Si esto es claro como el agua!

De modo que, después de la metamorfosis de Galatea en novillo uncidero, dándose á reflexionar durante la convalecencia del tabardillo sobre el carácter de la gente del campo donde habitaba, á despecho de sus ilusiones se concedió á mismo que pedir prudencia, saber, dulzura y poesía á unos seres cuya sociedad constante son las bestias, cuya educación son las rudas tareas del campo, y cuyas aspiraciones están limitadas á salir del año sin morirse de hambre, es una exigencia que toca en lo ridículo. ¡Harto harán, los pobres, sabiendo saludar en turbio castellano!

Nadie prestaba atención a estos gritos: era lo de todos los días. La que vagaba por Madrid, sin traer nada, tenía por segura la paliza. Era una exigencia de las buenas costumbres, una tradición venerable: todas ellas habían visto lo mismo en la casa paterna. Cerrada ya la noche, Pepe el cobrador iba de tabuco en tabuco con su talonario.

Desde ese momento, aun cuando en el acto que concluyó la ceremonia nupcial, me volví a casa, quedé completamente bajo su poder, y a cada nueva exigencia tenía que darle dinero, dinero que arrancaba por medio de amenazas.

Por esto se había dado tanta prisa en huir: una exigencia de la aprendiza, deseosa de escuchar á aquel artista del que tanto hablaban las señoras. Cuando el grueso ruiseñor quedaba oculto entre bastidores, el coronel ofrecía á su protegida un cucurucho lleno de caramelos. ¡Caramelos en tiempo de guerra! Un verdadero derroche que sólo se podía permitir un enamorado.

Palabra del Dia

rigoleto

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