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Actualizado: 8 de junio de 2025
A esto, mi tío: a que Blanca y yo, somos partidarias sinceras del matrimonio, y que hemos resuelto poner en práctica nuestras teorías. Y yo, deseo que sea cuanto antes. ¡Reina! gritó mi prima estupefacta con mi audacia. No digo, sino la verdad, Blanca; únicamente diré que tú, te resuelves a esperar un tiempo; pero yo no tengo esa paciencia. ¿De veras, sobrina?
Es verdad... Pues tú has llorado... Algo te pasó entonces en la calle... Cuéntamelo, hija mía... ¿No tienes confianza en tu madre? Y al mismo tiempo le pasó los brazos al cuello y la besó con efusión. Demetria se sintió enternecida y rompió á llorar perdidamente. Felicia quedó estupefacta. ¿Cómo? ¿Qué es esto?... ¿Qué te pasa, hija querida?
Le guardaba muchas menos consideraciones que a Manín. Pero lo que verdaderamente dejó estupefacta a la población y se prestó a sin número de comentarios y chufletas fue lo que D. Pedro hizo, poco después de llegar de Madrid, en cierta solemnidad religiosa. Se presentó en la iglesia con uniforme blanco cuajado de cordones y entorchados, que debía de ser el de maestrante de Ronda.
De pronto su marcha detuvo la precipitación jadeante: atravesaba el Riachuelo. Adriana quedó estupefacta. Había cruzado el puente en pleno día, sobre aguas verdosas salpicadas de desperdicios, entre sucias embarcaciones atracadas a los malecones rotos.
Un grito penetrante se le escapó a la pobre viuda; pero se dominó en seguida y estalló en una carcajada. ¿Y ese grito? murmuró la condesa estupefacta. Es de alegría, señora, de alegría dijo Marta . Ahora me podré casar, vos seréis libre y feliz, estaréis libre de todo pesar. ¡Ah, qué satisfecha estoy! Menos por mí que por vos, que sois mi buena y generosa señora.
Currita miró a Germán estupefacta, y este, conteniendo a duras penas una carcajada, que le pareció falta de respeto a su ilustre dueña, contestó muy grave. El cocinero encierra aquí a los que ha de matar para tenerlos más a mano. ¿Pero por dónde los mete?... ¡Si estaba la puerta tan atrancada!... Por la otra puertecilla de la sacristía que da junto a la cocina... ¡Ya!...
La mirada del joven, que a duras penas lograba reprimir su enojo, vagaba del señor de Avrigny, cuya irritación no atinaba a explicarse, a Magdalena, estupefacta, como él. ¿Aún no has comprendido prosiguió el doctor interrumpiendo sus paseos y parándose delante de ellos, por qué te he rogado que no permanecieses por más tiempo con nosotros?
¡Pues me hace gracia! exclamó la banquera estupefacta . No diría usted lo mismo si le hubiesen robado una dehesa y arrancado una oreja con un brillante de quinientos duros...
Todo me parece artificial y contrahecho, las figuras, las fisonomías, las actitudes, las conversaciones, los sentimientos... Parece que, aquí, todo el mundo desconfía de la Naturaleza y trabaja para alejarse de ella; y todos viven con tal soltura en estas sutiles complicaciones, que estoy al verlos estupefacta, sin aliento y anonadada. Me cuesta trabajo comprender y no soy comprendida.
Pues á ese zángano que te corteja profirió Plutón dirigiéndose bruscamente á Demetria nadie le corta el pescuezo más que yo. Demetria le miró estupefacta con más sorpresa que indignación. Flora volvió á dar suelta á su risa. ¿Sabes lo que digo? manifestó al cabo encarándose con Plutón.
Palabra del Dia
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