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Actualizado: 24 de noviembre de 2025
Pusosele en las manos; mas aunque fuese Zadig vorsado en muchos idiomas, no pudo conocer ni una letra, con lo qual se aumentó su curiosidad. Muy triste pareceis, le dixo el buen padre. ¡Tanto motivo tengo para estarlo! respondió Zadig. Si me dais licencia para que os acompañe, repuso el anciano, acaso podré serviros en algo; que á veces he hecho baxar el consuelo á las almas de los desventurados.
Por último, no pudiendo dejar de reír, exclamó: ¡Oh, heimatshlos, heimatshlos! ¡Nadie como tú para hacer bien un paquete y para marcharse sin volver la cabeza! Luisa sonrió. ¿Estás contento? ¡No he de estarlo! Pero mientras hacías todo esto, estoy seguro que no has pensado en preparar la cena. ¡Oh! ¡Eso se arregla pronto! No sabía que venías esta noche, papá Juan Claudio. Es verdad, hija mía.
Godofredo se mostraba hacia ella atento y respetuoso, como pocos hijos suelen estarlo con sus madres. Al llegar a una estrecha travesía la anticuaria se detuvo, avanzó algunos pasos por ella y, protegida de la obscuridad, sacó su portamonedas y le entregó la cantidad del pico en billetes.
Y lo terrible del caso era que tenía razón. La salud de D. Álvaro, que jamás había sido completa, se arruinaba sensiblemente desde hacía una temporada: tal vez desde la visita inopinada de su esposa. Habíase demacrado mucho más, con estarlo siempre bastante. El color, de pálido daba ya en terroso; los ojos habían perdido en movilidad y ganado en brillo; las manos parecían las de un esqueleto.
Doña Clara, mujer en la razón, niña en el alma, para ser una mujer completa, necesitaba pasar por una gradación necesaria, más ó menos rápida, más ó menos violenta, según fuese la fuerza de impulsión que presidiese á aquella gradación. En una palabra, doña Clara estaba enamorada de Juan Montiño, todo lo que podía y de la manera que debía estarlo.
La condesa se retiró al fin muy contenta de su campaña y no tenía por qué no estarlo, pues por la primera vez, desde muchos meses atrás, se ocupaba Juana de otro hombre que no fuese Monthélin. Había comprendido muy bien lo que la señora de Lerne le había dicho con insinuaciones y palabras solapadas, a saber, que tenía en su hijo Jacobo un admirador fervoroso.
Se hallaba tan embebida en las profundidades de alguna combinación referente al ramo de jardinería, que se dejaba tostar sin piedad por un magnífico sol iracundo y soberbio, como pocas veces solía estarlo. Desde la última vez que la vimos había experimentado en su figura algún leve cambio, no muy fácil de definir. Acababa de cumplir los catorce años.
Durante siete noches consecutivas de once a una de la mañana, momento en que remitía la fiebre, y con ella el delirio he permanecido al lado de María Elvira Funes, tan cerca como pueden estarlo dos amantes. Me ha tendido a veces su mano como la primera noche, y otras se ha preocupado de deletrear mi nombre, mirándome.
Todos están contentos de él, y él parece estarlo también de la posición que ocupa; únicamente que representa a su país con un poco más de lujo del que yo quisiera; pero creo que, a pesar de ello, la Providencia no le abandonará nunca.
Yo podría si quisiera; pero no quiero, porque, al fin y al cabo, no estoy tan limpio como debiera estarlo, de la culpa de los estúpidos extremos de tus padres al nacer tu infeliz hermano. ¡Ah, si yo hubiera tenido entonces un poco más de carácter y no me hubiera dejado vencer de ciertas debilidades!... En fin, ya no tiene remedio.
Palabra del Dia
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