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Actualizado: 28 de junio de 2025
Sabía Miranda de memoria el reverso, la cara interna de la política, y explicaba desenfadadamente las solapadas alusiones, las reticencias hábiles, las sátiras finas que en todo periódico importante abundan y son eterno logogrifo para el cándido suscritor provinciano.
Por ese lado se explica también que, entre las tres cómplices de estas fechorías, fuera ella la que se cansó primero, o, mejor dicho, la única que se cansó; porque las otras dos no se cansaron pizca: al contrario, deshecha la mancomunidad que sostenía a las tres en cierto orden de equilibrio, cayeron Sagrario y Leticia, por su propio peso, despeñadas hasta lo más hondo, aunque cada cual a su manera: Sagrario fue siempre la mujer de los caprichos estrepitosos; Leticia el modelo de las caprichosas solapadas y de las amigas temibles.
El coro general de damas comenzaba a emocionarse; pero acertó a reparar Gorito Sardona en la desteñida barba del diplomático, y apresuróse a comunicar el descubrimiento al oído de Carmen Tagle; echóse a reír ella, díjolo a su vecina, esta al que tenía al lado, y a poco, una porción de solapadas risitas hacían fracasar por completo la parte patética del espectáculo.
Había en él dos señoras: una, joven, sentada en primera fila, y otra, de edad ya madura, casi oculta en el fondo... Parecía la primera una verdadera niña, delicada, fantástica, una de esas espirituales gatitas rubias que se crían a orillas del Sena y suelen tener, en efecto, todas las solapadas mañas de la raza felina.
La condesa se retiró al fin muy contenta de su campaña y no tenía por qué no estarlo, pues por la primera vez, desde muchos meses atrás, se ocupaba Juana de otro hombre que no fuese Monthélin. Había comprendido muy bien lo que la señora de Lerne le había dicho con insinuaciones y palabras solapadas, a saber, que tenía en su hijo Jacobo un admirador fervoroso.
A la otra parte de la laguna recomienza la verde sábana. Entre los viñedos destacan las manchas amarillentas de las tierras paniegas y las manchas rojizas de las tierras protoxidadas con la labranza nueva. Ejércitos de olivos, puestos en liños cuidadosos, descienden por los declives; solapadas entre los olmos asoman las casas de la Umbría; un tenue telón zarco cierra el horizonte.
Palabra del Dia
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