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Actualizado: 3 de mayo de 2025
Casi rige en absoluto a las clases menesterosas y rurales de nuestro país. También es común en éstas, cuando se junta un gran abandono a una gran fantasía, la fusión que hacía la Nela entre las bellezas de la Naturaleza y aquella figura encantadora que resume en sí casi todos los elementos estéticos de la idea cristiana.
Pero un viejo sentimiento de gratitud y los propios gustos estéticos le hacían prorrumpir en elogios de su personalidad física. Además de ser muy buena, todavía se conserva hecha una real moza. Es algo parecida a su señora, amigo Goycochea. La mía pesa cien kilos. ¿Y la de usted? Goycochea hizo un gesto de tristeza. Había llegado a pesar algo más, pero en París se había puesto a régimen.
Estos gustos estéticos le habrán inclinado a ir al Español; además, en los pueblos hay una marcada preferencia por los dramas en verso. La compañía de cómicos que llegan la dividen en compañías de verso y compañías de canto. Claro está que los hombres graves prefieren la de verso, y como Sarrió es un hombre grave, habrá indudablemente ido al Español. Yo también voy.
Y por último, en lo tocante a la ciencia más honda que se supone que encierran las novelas del día, ya he dicho y repito ahora, que la novela no es ciencia, y que, aun suponiendo que enseñe mucho, nada vale como aburra, disguste y hasta ponga de mal humor a quien la lee, porque la amena literatura no se propone afligir, sino deleitar, sacando deleite hasta de los lances más trágicos y lastimosos y haciendo que la compasión y el terror estéticos traigan placer y elevación al ánimo y no que le desconsuelen y depriman, por donde Aristóteles decía que el fin de la tragedia era la purificación de las pasiones, esto es, que la compasión y el terror se conviertan por el arte en dulces y gratos, en vez de ser amargos e ingratísimos, como son por naturaleza.
Aben-Hamet al partir de Granada el corazón traspasado sintió? No hay que dudarlo. Las artesanas de Sarrió, cuyos arraigados principios estéticos son la admiración de propios y extraños, hoy sobre todo en que van desapareciendo los caracteres, hacen bien en mantener su independencia y en levantar la cabeza delante de las señoritas encopetadas de la villa.
Sobre este particular se han difundido tantas ideas erróneas, equivocadas y contradictorias, primero por la Huerta, escritor superficial del siglo pasado; después por Bouterweck, que siguió sus huellas, y, por último, por los estéticos y compiladores, que á su vez copiaron á Bouterweck, que cualquiera que acepte tales definiciones y comentarios modernos, ó investigue las verdaderas fuentes, ateniéndose sólo á ellos, carece de medios hábiles para averiguar nunca la verdad.
En estos prólogos se repiten hasta el exceso frases contra los galicistas, criticastros mordaces y envidiosos; contra Racine, frío, fastidioso y concienzudo pedante, y, en general, contra las tragedias y comedias francesas, dignas en todos conceptos del mayor desprecio, pero sin aducir nada positivo en defensa de la poesía romántica, y sin manifestar el más leve vestigio de poseer los conocimientos estéticos que constituyen su esencia.
Aunque el amor y la admiración de la belleza no respondiesen a una noble espontaneidad del ser racional y no tuvieran con ello suficiente valor para ser cultivados por sí mismos, sería un motivo superior de moralidad el que autorizaría a proponer la cultura de los sentimientos estéticos, como un alto interés de todos.
Mientras rogamos á los estéticos que derriben sus bellos castillos teóricos, levantados en los aires, y, sobre todo, pedimos encarecidamente á los filósofos que procuren orientarse bien en este punto antes de elaborar sus profundísimos productos, y de encerrar en tres nombres, encontrados por casualidad, la esencia más íntima del drama español .
Palabra del Dia
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