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Actualizado: 28 de mayo de 2025


Sus palos oscilaron un momento entre las espumas, y luego desaparecieron también en la vorágine. ¡Pobre nave! exclamó conmovido el Capitán . ¡Quién sabe si pronto te seguiremos!... Entre tanto, la chalupa se alejaba con rapidez del lugar del naufragio, llevada por las olas, que se dirigían a la extremidad meridional de aquel inmenso golfo.

Junto al agua brillaban los focos eléctricos del muelle y las linternas multicolores de los buques. Rompió a tocar la banda del Goethe la marcha triunfal con que saludaba el ingreso en los puertos. A un lado del buque surgió un murallón con espumas en su base. Era la escollera.

El atalayero, con la bocina, les mandó pararse, y, cuando vió la ocasión propicia, gritó: ¡Avante! Las dos lanchas, danzando en el agua, desapareciendo entre las espumas, se acercaron a la barra, atravesaron las puntas y entraron en el puerto. Las otras están allá me dijo el atalayero, señalándolas ; sería preferible que se alejaran a coger Guetaria. Deben venir cansados.

Catalina y la criada entraban por un sendero del jardín lleno de rosales y hacían ramos de flores. Martín las veía y contemplaba la presa, cuyas aguas brillaban al sol como perlas y se deshacían en espumas blanquísimas. Ya andaría por ahí, si tuviera una lancha decía Martín. Catalina protestaba. ¿No se te van a ocurrir más que tonterías siempre? ¿Por qué no eres como los demás chicos?

En efecto, la alcanzó; pero al tocarla con la mano ya no pudo sostenerse él mismo y ambos rodaron envueltos entre las rugientes espumas del agua. Felizmente Nolo no perdió el conocimiento. Cuando llegaron á otro remanso pudo á costa de grandes esfuerzos acercarse á la orilla y asirse de la rama de un árbol, teniendo sujeta á Demetria con la otra mano.

Así que vuelvo a decir que a Camacho me atengo, de cuyas ollas son abundantes espumas gansos y gallinas, liebres y conejos; y de las de Basilio serán, si viene a mano, y aunque no venga sino al pie, aguachirle. ¿Has acabado tu arenga, Sancho? -dijo don Quijote.

Y despojándose de sus ropas, se arrojaba al mar. Ulises le veía descender por el centro del anillo de espumas abierto con su cuerpo. Ahora se daba cuenta de la profundidad de este mundo fantástico, compuesto de rocas vidriosas, plantas-animales y animales-piedras. El cuerpo moreno del nadador tomaba, al descender, las transparencias de la porcelana.

En estos días tranquilos, suaves, de temperatura benigna, se pueden pasar las horas dulcemente contemplando el mar. Las grandes olas verdosas se persiguen hasta morir en la playa; el sol cabrillea sobre las espumas, y al anochecer algún delfín destaca su cuerpo y sus aletas negras en el agua.

Imagínese cuántos naufragios pueden haber ocurrido durante un período tan largo; cuántos habrán venido á visitarnos forzosamente de esos hombres gigantescos que navegan en sus casas de madera más allá de la muralla de rocas y espumas que levantaron nuestros dioses para librarnos de su grosería monstruosa.... Nuestras crónicas no son claras en este punto.

Entre los bloques, allí donde se había amontonado un poco de humus, elevábase triunfador el bosque tropical, compacta masa de intensa verdura rayada de blanco por los troncos de los árboles que invadía todas las pendientes, desde las riberas, en cuyas rocas peinaba el mar sus espumas, hasta las cumbres, rematadas por torres de vigía y baluartes fortificados.

Palabra del Dia

bagani

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