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Actualizado: 30 de abril de 2025
En los balcones, las jóvenes gritaban hacia el interior de la casa, y salían otras apresuradamente, interesadas por el llamamiento. Fermín sonrió al notar la curiosidad y el escándalo que esparcía al andar aquella joven. Asomaban entre las blondas de su mantilla unos rizos rubios, y bajo los ojos negros y ardientes una naricilla sonrosada parecía desafiar a todos con sus graciosas contracciones.
Continuó su marcha hacia adelante, atraído por la frescura del agua, hasta colocarse bajo el sonoro raudal, estremeciéndose con escalofríos voluptuosos al recibir en su espalda todo el empuje del derrumbamiento acuático. Una sensación de frescura se esparcía por su cuerpo, haciéndole suspirar de placer. Sus miembros parecían dilatarse bajo la helada caricia.
La lámpara esparcía su luz tenue y risueña, como si hubiera alumbrado una escena de las más alegres, y suavemente el viento soplaba, rozando las ventanas con una caricia. Abajo, el ruido parecía calmarse: se oían risas a intervalos cada vez más lejanos, el runrún de las voces se trasformaba en un murmullo uniforme y confuso. Los comensales estaban cansados, digerían.
¿No oyes? me dijo Gloria, mientras una sonrisa feliz se esparcía por su rostro . Son las niñas que están en récréation. ¿No te apetece ir a jugar a los aros o al volante? le pregunté riendo. Un poquito, no creas. Nos introdujeron en el locutorio, que era una gran pieza cuadrada y bastante clara, partida al medio por una reja.
Y Maltrana, borracho, señalaba el mar obscuro, increpándolo con una furia cómica... Pasaban sobre su lomo, lo arañaban cruelmente con la quilla, bien comidos, el pensamiento en reposo, los miembros en huelga, y él se vengaba de este rudo despertar enviándoles un hálito excitante que esparcía el deseo y la locura.
La luna, velada por las nubes, no esparcía ya su claridad sobre el misterio de la noche; la masa negra de los árboles se erguía hostil, y los grupos de plantas floridas no formaban más que sombrías manchas. El alma del jardín había volado.
El primer sol de verano abrillantaba como espejos las barnizadas tablas de los carromatos, doraba los mástiles, esparcía un polvillo de oro en la plaza, daba al gigantesco toldo una transparencia acaramelada, y este cuadro levantino, fuerte de luz, dulcificábase con el tono blanco de la muchedumbre, vestida de colores claros y cubierta con los primeros sombreros de paja.
Todo lo que allí había le interesaba profundamente, el bosque, la casa, los criados, hasta los animales que pastaban en la pradera; sobre todo esparcía una mirada simpática, brillante de emoción. ¡Cuan amable le parecía aquel caserón estropeado, roído por la humedad y los ratones!
Sin embargo, tanta era la lisonja que había escuchado en poco tiempo, tan refulgente el brillo que esparcía sobre su vida el dinero del papá, que bien podía aspirar a hacerle su marido. Si no lo pensaba así, al menos figuraba pensarlo hablando del conde, por detrás, con cierta displicencia y con afectada familiaridad por delante.
Fernando le encontró cierto aire de monje yendo y volviendo con igual número de pasos por su claustro de acero. Junto a una luz oculta, que esparcía una tenue mancha rojiza el resplandor de la bitácora , estaba otro hombre, con los brazos en cruz, abarcando la rueda reguladora de la dirección del buque.
Palabra del Dia
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