Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 1 de julio de 2025
No dormía, no: escuchaba los ronquidos de su mujer, acostada junto á él, y de sus hijos, abrumados por el cansancio; pero los oía cada vez más hondos, como si una fuerza misteriosa se llevase lejos, muy lejos, la barraca, y él, sin embargo, permaneciese allí, inerte, sin poder moverse por más esfuerzos que intentaba, viendo la cara de Pimentó junto á la suya, sintiendo en su rostro la cálida respiración de su enemigo.
Gozábase en abrumar con su superioridad de forastera a las señoras de la isla que no sabían francés; escuchaba a la escritora sus líricos elogios de la originalidad de este paisaje africano, con sus blancas casitas, espinosos cactos, esbeltas palmeras y seculares olivos, que tan rudamente contrastaba con el armónico orden de las campiñas de Francia.
Pero habiéndose vuelto hacia el palco próximo, encontró puestos en él los ojos de la niña: su rostro se dulcificó instantáneamente, a tiempo que se rehacía toda la elegancia de su apostura. Al notar que ahora Muñoz le escuchaba con atención, prosiguió su charla. Lo que es al casamiento no iría uno con Adriana ni a cañón, esto lo convendrás conmigo.
La pobre villa parece un huevo entre dos piedras, y yo me voy, Luis, me voy, y admiro el gusto que tienes en ver estas cosas. Aresti le escuchaba con interés. Había hecho el viaje atraído por la posibilidad de un choque. Deseaba ver cómo los obreros de la montaña, y los industrialillos de la villa se atrevían por primera vez con el jesuitismo.
Y Tónica le escuchaba con la mirada fija, el entrecejo fruncido, los labios apretados, como si dentro de su cabecita se agitase una idea tenaz, mientras Micaela abría sus muertos ojazos con la expresión de una niña que oye un cuento de hadas.
Allá a lo lejos se oía el perpetuo sollozo de la represa, y chirriaban los carros cargados de tallos de maíz o ramaje de pino. Nucha escuchaba con atención, apoyada la barba en la mano. De tiempo en tiempo su seno se alzaba para suspirar. No era la primera vez que observaba Julián, desde el parto, gran tristeza en la señorita.
Gruñía, daba grandes manotones al aire, se sacudía contra los barrotes de hierro... Muchas veces, antes de que Catalina viera a Raguet, conocía su aproximación por las demostraciones del mono, quien ni escuchaba entonces sus voces... Tiene celos de ti decía después a Raguet.
Es un hombre muy espiritual, un joven muy Fashionable y un bravo militar. ¿Qué estáis diciendo, señorita? preguntó el general, que absorto escuchaba la conversación de los dos jóvenes de buen tono. Digo, señor, que vuestro sobrino es un bravo oficial. ¿Y qué queréis decir con eso?
La víctima que el lobo infeliz buscaba con preferencia era el señor Manolo el Federal. Lo esperaba en la oficina de la Puerta del Sol, y al presentarse el capataz exponíale las tristezas de su vida. El buen Federal escuchaba con los ojos bajos, moviendo la cabeza como si aprobase las palabras del joven, reconociendo que hablaba muy bien.
Veía rojo, cual si sus ojos estuviesen inyectados de sangre. Escuchaba, como algo lejano que venía de otro mundo, el vocerío de la muchedumbre aconsejándole serenidad.
Palabra del Dia
Otros Mirando