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Actualizado: 2 de junio de 2025


De pronto, como el peregrino sediento que escucha un vocerío de caravana más allá del horizonte, el morisco inclinó todo su cuerpo, hacia el costado, y llevándose la mano al oído, aguzó su atención. Ramiro creyó distinguir entonces una voz como lejana, un canto sigiloso y triste. Era, sin duda, la voz del almuédano, la convocación exterior del idzan, en algún terrado vecino.

Por la tarde aparece toda confusa con la medida, y Juan puede enviar su carta. Pero el recuerdo del vaso que ha roto le pesa sobre el corazón; y, cuando se encuentra solo con ella, se lo confiesa penosamente: Escucha, he hecho una mala acción. ¿Cuál? He roto tu vaso. ¡Ah!... ¿Y eso es una mala acción? ¿Qué quieres que sea?

El Alafrit deseaba tal favor de la fortuna para quedar libre y franco de esa centinela continua, que desempeña con honores también de escucha y de atalaya trescientos años hace, y poder así volar a las montañas de Kaf, su habitual residencia.

Escucha: vienes triste como de costumbre; yo estoy más alegre que suelo. ¿Por qué ese color pálido, ese rostro deshecho, esas hondas y verdes ojeras que ilumino con mi luz al abrirte todas las noches? ¿Por qué esa distracción constante y esas palabras vagas e interrumpidas de que sorprendo todos los días fragmentos errantes sobre tus labios? ¿Por qué te vuelves y te revuelves en tu mullido lecho como un criminal acostado con su remordimiento, en tanto que yo ronco sobre mi tosca tarima? ¿Quién debe tener lástima a quién?

12 Y meditaba en todas tus obras, y hablaba de tus hechos. 16 Te vieron las aguas, oh Dios; te vieron las aguas, temieron; y temblaron los abismos. 17 Las nubes echaron inundaciones de aguas; tronaron los cielos, y discurrieron tus rayos. 1 Masquil de Asaf. Escucha, pueblo mío, mi ley; inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca.

El cura lloraba como un niño y procuraba consolarla: ella le escuchaba con los ojos fijos y enjutos, como se escucha un viento que brama, sin comprender lo que dicen sus mugidos que aterran, pero sabiendo bien que traen consigo el rayo y la tormenta.

Por Nuestro señor Jesucristo, decidme, aquí a solas, agora que nadie nos escucha: ¿es esto verdad?

1 Al Vencedor: en Neginot: Masquil de David, cuando vinieron los zifeos y dijeron a Saúl: ¿No está David escondido en nuestra tierra? Oh Dios, sálvame en tu Nombre, y con tu valentía defiéndeme. 2 Oh Dios, oye mi oración; escucha las razones de mi boca. 3 Porque extraños se han levantado contra , y fuertes buscan mi alma; no han puesto a Dios delante de .

A y a ella os de memoria: total, cuatro días de enfado. Ninguno de vosotros es capaz de portarse mal... y si reñís... ¿yo qué le voy a hacer? Escucha y ten calma. Mucho me equivoco, o lo que me sucede está relacionado con tu hermano. Pepe, al oír esto, se paró en medio de la acera, mirando a su amigo con la mayor curiosidad. , con tu señor hermano.

Me preguntaba lo que valen a los ojos de Dios las oraciones de esas malas almas... ¿Las escucha?... ¿Las perdona cuando por toda reparación pasan unas cuentas del rosario creyendo que eso basta para expiar una calumnia o una maledicencia?... Empezaba a sentirme muy severa para todas esas faltas y sus autoras, cuando me llegó la vez de confesarme.

Palabra del Dia

cabalgaría

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