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Actualizado: 18 de junio de 2025


Señor alcalde dijo en aquel punto el hombre que guiaba á Quevedo : aquí tiene vuestra merced al preso. ¿Sois vos don Francisco? dijo la voz ronca y tiesa, por decirlo así, del licenciado Sarmiento. Yo soy, á menos que no me equivoque, amigo. Entrad en esa litera. Pónganme junto á ella; pero ya la topo; adentro voy; buenas noches y buen viaje. ¡Si sois vos el que os vais!

Que me proteja aún durante algunas horas, y mi Laura será libre para siempre. ¡Hoy podrá llamarme madre, delante de todo el mundo! ¡Cómo! ¿Qué queréis decir? Callaos, Catalina, vuestro marido podría oírnos. Quiero estar sola con vos. Vamos, entrad, Andrés cuidará la puerta. Catalina habló un momento a su marido y luego entró en la casa con la viuda.

Venid todos a él los que ansiéis suspirar besuqueando una flor, los que, en vez de llorar, tengáis hambre de amor al sonrís, al fulgor, al olor, a la miel de una bella emoción. ¡El jardín está en flor! Entrad todos, entrad.

El perro, aunque seguía en sus genuflexiones y zalemas, nada alcanzaba; hasta que enfadado el cojo por la esterilidad del tiempo, y la mezquina condición de tanto estante y ningún donante, así dijo a su cofrade, sirviente y amigo: Pues, amigo Canique, lo que no dan ni prestan, fuerza será tomarlo; entrad a saco a estas buenas gentes, como allá en antaño en el asalto y saco de Roma; mas contad y advertid que no les habéis de tomar sino de lo superfluo y profano, dejándoles entera la piel, y menos interesar algo del tegumento de las carnes, y sin detracción alguna, que todo lo demás, camisa inclusive, os lo fallo y declaro por buena y legítima presa.

Los "nunus" del bosque me dicen sinceros que soy muy dichoso en mi soledad. Huyo del tumulto de la vida urbana, la fiebre del oro, la fraterna lid; la ciudad es fosa de la gleba humana, de los hombres-fieras madriguera vil. Entrad en mi humilde y frágil cabaña que se esconde tímida bajo un platanar. Mi choza de nipa, mi choza de caña os dará un tesoro: el alma natal.

Así fué que al desembarcar de la galera en la playa de Boyne besé la tierra, porque hacía ya ocho años que no la veía, como os he besado á vos, bella ventera, porque de Boyne aquí apenas si he visto media docena de buenas mozas, y ninguna tan apetitosa como vos.... Pero ¡por mi espada! que esos bribones se han largado con la carga, exclamó lanzándose hacia la puerta. ¡Hola! ¿estáis ahí? ¡Entrad luego, truhanes!

Y sonó una llave en una cerradura, se abrió una puerta. Al fondo de una habitación, al través de la puerta de otra, vió Montiño el reflejo de una luz. Vió también que la dama que hasta allí le había conducido, estaba tan envuelta en su manto como cuando la encontró en la calle. Entrad dijo la dama. Montiño entró. Esperad aquí repitió la dama. Montiño se detuvo junto á la puerta.

¡Entrad, si os atrevéis! ¡El que cruce esos umbrales no vuelve a salir! ¡Atreveos, miserables! DON FARRUQUI

Entrad dijo Dorotea al bufón ; haced que esa orden llegue, como os he dicho, á las manos de doña Clara, y luego buscad al cocinero mayor, y hacedle que vaya á verme. El bufón salió de la litera. ¡A casa! dijo la Dorotea. La litera se puso de nuevo en marcha. El bufón, después de meditar un momento en el vestíbulo, se entró resueltamente en la secretaría de Estado.

21 Y destruyeron todo lo que había en la ciudad; hombres y mujeres, mozos y viejos, hasta los bueyes, y ovejas, y asnos, a filo de espada. 22 Mas Josué dijo a los dos varones que habían reconocido la tierra: Entrad en casa de la mujer ramera, y haced salir de allá a la mujer, y a todo lo que fuere suyo, como lo jurasteis.

Palabra del Dia

rigoleto

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