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Actualizado: 18 de junio de 2025


Entrad, amigo, entrad; vos sabéis si altas personas me tienen ocupado. Ya lo creo; espera á su merced el inquisidor general. Palideció levemente Luisa. ¿Y has estado también esta noche con el señor inquisidor general? , hija mía, , y con otros señores, en gravísimos asuntos que no son para comunicados á mujeres. No, no; ni yo pretendo saberlos dijo Luisa ; yo había creído... Has creído mal.

Una vieja sirvienta abrió la puerta, y preguntó mirando al aya con ojos escrutadores: ¡Ah! es para un testamento. ¿No es eso? Entrad, el notario todavía duerme; voy a despertarlo. Marta le dijo al entrar: Buena mujer, os equivocáis; deseo hablar al joven señor Bergams. ¿Tan temprano? Y en seguida.

Gonzalvillo se separó de la puerta, y cuando Montiño iba á cerrarla, se le presentó de repente un hombre. ¡Eh! ¡esperad, señor Francisco, esperad! ¡pues á fe que me ha costado poco trabajo llegar aquí para que yo os suelte! ¡Ah! ¡señor Gabriel! ¿y qué me queréis? dijo el cocinero del rey, con mal talante Entrad, entrad, y decidme lo que me hayáis de decir.

Pedro replicó que su señora no estaba en casa. Hubo de terciar Casilda, que conocedora de la confianza que su ama dispensaba á Quevedo, no tuvo inconveniente en abrir. Entrad y os convenceréis le dijo : si queréis esperar á la señora, esperadla. Dejadme, sin embargo, subir, hija. Subid enhorabuena. Quevedo subió, y con su audacia acostumbrada, lo registró todo, hasta la alcoba.

Abrióse ésta al momento, y la dolorida voz de la duquesa exclamó: Salvadme, caballero, salvadme; abrid el postigo; entrad; yo muero. El duque entró, y encontró á doña Juana desmayada. Entonces hizo salir la litera de la casa de enfrente, sacó á doña Juana en sus brazos, la metió en la litera, cerró el postigo, y partió hacia Navalcarnero.

Entretanto, si queréis vos venir esta noche, entrad en mi casa, y asistiréis a la fiesta que doncellas y mancebos celebran hoy por el natalicio de mi sobrina, tu bienhechora. Quedad a Dios, y si mi sobrina María salta del puente acá, decidla que paso voy, para que pueda alcanzarme, pues no me vendrá mal la ayuda de su brazo para subir el último recuesto.

Pero ¿quién es ese que viene con vos? Es un amigo. No creo que esté la señora en disposición de que nadie extraño la vea. ¡No importa! ¡no importa! entrad, señor Francisco, entrad dijo el bufón viendo que Montiño se había detenido al escuchar la observación de la criada. Vamos á juntarnos dos locos, por lo que veo dijo entrando Montiño.

8 Mirad, [yo] he dado la tierra en vuestra presencia; entrad y poseed la tierra que el SE

Quizás estos caballeros deseen entrar y reposar un momento en nuestra casa, padre mío. Si seguimos aquí puede estallar otro tumulto de un momento á otro. ¡Tienes razón, hija! Entrad, señores. ¡Una luz, Jacobo, pronto! Siete escalones, eso es. Tomad asiento. ¡Corpo di Bacco, qué susto me han dado esos canallas! Pero no es extraño.

Cuando Marta entró en la sala, vaciló un instante, pero luego, armándose de valor, golpeó suavemente a la puerta de la pieza. Entrad respondió una voz en tono seco. La señora de Bruinsteen estaba sentada en un sillón. Sus ojos inflamados parecían lanzar relámpagos; tenía, sin embargo, una sonrisa en los labios, una expresión de alegría sarcástica y triunfante.

Palabra del Dia

rigoleto

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