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Actualizado: 18 de junio de 2025
Entrad, pues, y en entrando oíd lo que habéis de hacer dijo la joven, que joven era á juzgar por la voz la que hablaba, y cerró la puerta quedando los tres en un espacio obscuro. ¿Os han dado algún mandato para mí? dijo Quevedo. Mi señora me ha dicho que su majestad os está esperando, que vayáis á su cuarto y os hagáis anunciar por la servidumbre. De las dos majestades, ¿cuál me espera?
Cebados ya los indios en profanar los templos y matar europeos, entraron en la iglesia y convento de San Agustin, encontraron en la calle con D. Agustin Arregui, criollo, y queriendolo matar, porque les pareció europeo, á fin de escapar, les dijo: "Yo no soy chapeton, sino criollo: entrad al convento, donde están cinco chapetones con sus armas."
Animados por ese sentimiento, entrad, pues, a la vida, que os abre sus hondos horizontes, con la noble ambición de hacer sentir vuestra presencia en ella desde el momento en que la afrontéis con la altiva mirada del conquistador. Toca al espíritu juvenil la iniciativa audaz, la genialidad innovadora.
Afeminando la voz de modo burlesco, continuó: Idos a América o a Flandes, hijo mío, o entrad más bien en la Iglesia, y os daremos nuestra capellanía de Santa María del Castillo, en Madrigal: es lo que me decís todo el año. Pero aquesto no basta. Sabéis harto bien que soy amado de Beatriz desde niño y queréis asimesmo que le deje la dama a mi hermano.
Entrad por la puerta eštrecha: porque el camino que lleva
¡Entrad! ¡entrad! exclamó ; entrad y pensemos en la venganza... hoy ha amanecido un día de muerte... ¡Tenéis sangre en las manos! exclamó Quevedo... ¡Es poca! exclamó el bufón ¡es poca! ¡venid! Y tiró de Quevedo, le llevó á lo último de su aposento, y le mostró una fuente de plata puesta sobre una mesa.
¡Qué escena!... ¡Ah! ¡pero qué cosa tan linda!... Cuando ella le dice: "Entrad en el cuarto si queréis: podréis manchar mi cuerpo, pero no mi alma...." ¡Ah! ¡Y cuando va al lugar del duelo y recibe la bala que iba dirigida a su marido!... ¡Qué cosa más linda!... Esta le contaba con risa maligna lo acaecido hacía un rato, cuando Clementina se presentó de improviso donde ella estaba con Alcázar.
Vanse, y salen DON TELLO y criados con mascarillas. D. TELL. Muy bien me habéis entendido. CELIO. Para entenderte, no creo Que es menester, gran señor, Muy sutil entendimiento. D. TELL. Entrad, pues, que estarán solos La hermosa Elvira y el viejo. CELIO. Toda la gente se fué Con notable descontento De ver dilatar la boda.
Entre tanto, señor, seáis quien fuéreis, noble ó plebeyo, necesito saber vuestro nombre; necesito conoceros, para no dudar, para no creer que todos los que me hablan conocen mi desdicha. Cuando recibáis esta noche á las doce mi carta, entrad, entrad como habéis entrado hace poco, y hablaremos con la puerta de por medio, hablaremos y convendremos en lo que hayamos de convenir.
Que estoy cansado. ¿Pero qué hacéis que no entráis, amigo Juan? Entrad, entrad, caballero dijo Dorotea levantándose ; esta casa es muy vuestra. Y levantó la otra cortina que el bufón no había levantado. Al ver á Dorotea Juan Montiño, y al ver á éste Dorotea, sucedió una cosa singular: los dos retrocedieron, los dos cambiaron de expresión.
Palabra del Dia
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