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Actualizado: 19 de junio de 2025
Mas notaba Emma, con una extraña delicia y cierta vanidad por lo que ella creía su espíritu singular, único, notaba una complacencia, como la de sentir cosquillas inaguantables capaces de ponerla enferma, en tolerar y hasta hurgar las flaquezas del prójimo, siquiera en algo la perjudicasen.
Al oír hablar, Laura se incorporó, retiró vivamente su mano de las manos de Julio y tendió los brazos a su amiga. Adriana se precipitó, la besó una y otra vez, y parecía no tener caricias bastantes para aquella pobre cara devastada por la pasión y por el sufrimiento. Laura sonreía. ¡Qué miedo tuve de que no vinieras! Estoy muy enferma, ¿sabes?
Cuando se separó de su querida enferma, se repuso poco a poco y compartió menos penosamente los males que no veía tan de cerca. La imaginación nos hace sufrir tanto como los sentidos, pero una desgracia que no vemos pierde algo de su crudeza.
Un día, hallándose destinado ya en el parque de Sevilla, le llamó el coronel a su pabellón y le preguntó: ¿Hace muchos días que no ha recibido usted carta de su madre, Peñalta? Ricardo se puso pálido como un muerto. ¿Qué pasa, mi coronel, qué pasa? No se sofoque usted, criatura. Sé por una casualidad que se encuentra un poco enferma.
Que el sol del mediodía es demasiado ardiente... Que el aire matinal es demasiado frío... ¡Siempre la misma canción! ¿Para qué quiero unos pies tan gustosos de correr, sino se les deja salirse con la suya? Me tratan como a una pobre flor de invernadero, condenada a vivir en un medio artificial. ¿Será que estoy enferma, papá? No, hija mía, no, ¡qué niñería!
Llevaba muchos días sin verte; vivía fuera del hotel, en casa de la doctora, para no tropezarme con mi flirt. Y esa mañana me levanté muy triste, con un pensamiento fijo: «¡Pobre capitán!... Vamos á darle un poco de felicidad.» Estaba enferma aquel día... ¡enferma de ti! ahora lo comprendo.
El joven, por su parte, hizo un gesto de vivo placer en cuanto las vio y dijo acercándose a ellas con la maleta en la mano: No esperaba la buena fortuna de encontrar a ustedes al llegar al puerto. Cuento, sin embargo, con que no creerán ustedes que hubiera esperado a mañana para ir a presentarles mis homenajes y a pedir noticias de mi enferma... que veo que son buenas a juzgar por su cara.
Yo trabajaba; mi mamá cayó enferma; mi padre entró de corrector de pruebas en una imprenta donde se hacía un periódico grande, muy grande... Trabajaba todas las noches junto a un quinqué de petróleo que le abrasaba la frente. Pues ponerse a escribir. Todos los días entraba con una mano de papel y la llenaba de cabo a rabo. ¿Qué creerá usted que escribía?
Salí de allí muy alegre y regocijado. Angelina salió a encontrarme. Doña Carmelita ha tenido un ataque horroroso, ¡como nunca! Hace mucho tiempo que estaba bien: comía con apetito, dormía tranquilamente.... Es cierto que iba perdiendo las fuerzas, pero no tenía esos ataques, esas convulsiones que a mí me asustan.... Corrí al cuarto de la enferma.
Cásase después con el duque de la Rosa, noble francés; cae enferma, y promete, si se cura, hacer una peregrinación á Santiago de Compostela.
Palabra del Dia
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