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Actualizado: 19 de junio de 2025


En estas épocas de la vida sufre el organismo cambios constitucionales importantes; las moléculas de la economía están, por decirlo así, en estado de reconstitucion, y como en estas afecciones, climatéricas tambien, es decir, de una aclimatacion como la que los habitantes de un país muy septentrional sufren generalmente al poco tiempo de instalarse en otro muy meridional; afecciones intertropicales, fiebres graves, fiebres siempre largas, siempre de tipos nerviosos y mas ó menos intermitentes ó remitentes, durante las que cada parte del cuerpo, cada aparato es afectado y modificado, y que en el curso de las mismas sufre la nutricion los mas profundos ataques, y cuyo objeto evidente es volver la constitucion de la persona enferma á un estado orgánico mas en relacion con las nuevas influencias del sol y del clima, y mas análogo á la constitucion de los naturales del país ó de los que ya le habitan hace mucho tiempo.

Vamos: acompáñame hasta la mitad del corredor. ¡Mi Ana, madrecita mía, mi madrecita! Y lloró Lucía aquella mañana, como se llora cuando se es dichoso. ¡Fiesta, fiesta! El médico lo ha dicho; el médico, que vino desde la ciudad a ver a la enferma, y halló que pensaba bien Petrona Revolorio. ¡Fiesta de flores para Ana!

Lo que a me desagrada, o más bien me asusta, no son las mismas recetas, ya pronunciadas, ya escritas, en la tribuna, en el teatro, en los periódicos o en gruesos volúmenes, sino que la gente se apasione de lo que las recetas prescriben, mire en ello la más excelente panacea y se empeñe en aplicársela a la patria enferma, turbando el reposo de que necesita más que de nada para convalecer y recobrar la salud y el vigor antiguos.

En honor de la verdad, nada había que decir contra su educación ni contra su carácter: hacía muy buena enferma. No pedía nada; tomaba todo lo que le daban, y si se le preguntaba: ¿Cómo estás, Anita? Algo mejor, señora contestaba la joven siempre que podía. Otras veces no contestaba porque le faltaban fuerzas para hablar. Y a veces no oía siquiera.

Pero he aquí que la joven hermosa se enferma, de meningitis o cosa por el estilo, y en el delirio de la fiebre, única y exclusivamente en el delirio, se siente abrasada de amor. ¿Por un primo, un hermano de sus amigos, un joven mundano que ella conoce bien? No señor; por . ¿Es esto bastante idiota?

Cuando recobré la razón, mi huésped díjome que había estado enferma toda una semana, pero que sus cuidados me habían vuelto la salud; me dijo también que hacía dos días que la Corte había marchado a Madrid.

La familia se fué a Villaverde, y sólo nos quedamos en la hacienda el mayordomo, yo, y Mauricio, el caballerango, un muchacho muy simpático y muy servicial. Iba a la ciudad todos los días, muy de mañana, para traerme noticias de la enferma. El peligro había pasado, tía Carmen mejoraba, y las cartas que recibía yo eran satisfactorias.

Adornaron el cuarto de la enferma de blanco, lo cubrieron de sobrecamas y trajeron flores y estampas religiosas. En el momento de darle el Viático había unas mujeres en el pasillo del caserío con velas encendidas. La Shele era muy cariñosa, y sin duda de verse mimada en aquel trance, se encontraba alegre y sonriente. Por la mañana murió la pobrecilla.

La enferma quiso hablar por vez postrera para despedirse de los seres más queridos de su corazón, pero su debilidad era tan grande y sus fuerzas decaían de tal modo, que sólo a costa de un esfuerzo sobrehumano, logró articular algunas palabras.

Esta cultura es una civilizacion endeble, flaca, postiza, enferma, que quiere engalanarse para que no se vea lo asqueroso de la enfermedad, como los tísicos proyectan viajes y romerías cuando sienten en la garganta la agonía de la muerte.

Palabra del Dia

vorsado

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