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Actualizado: 14 de junio de 2025
Había crecido poco, no obstante. ¡Anda, taponcito! ¿Cuándo acabas de estirar? le decía Ricardo, reteniéndola por una de sus trenzas, cuando cruzaba por delante de él. La niña sonreía, encogiéndose de hombros, y proseguía su camino.
No conozco seductores corcovados ni enanos decía, encogiéndose de hombros, las pocas veces que con sus amigos íntimos hablaba de estas cosas: solía ser después de cenar fuerte . ¿Se me habla de extravíos del gusto? Eso es lo excepcional. Pero nadie querrá ser en el amor lo que es el asafétida en los olores; y sin embargo, las damas romanas de la decadencia....
Cada reforma que Julián quería plantear, la calificaba de imposible, encogiéndose de hombros; cada superfluidad que intentaba suprimir, la declaraba el cazador indispensable al buen servicio de la casa. Ante el celo de Julián surgían montones de dificultades menudas, impidiéndole realizar ninguna modificación útil. Y lo más alarmante era observar la encubierta, pero real omnipotencia de Primitivo.
¿Y no te da vergüenza? ¿Pero qué diablos te pasa? ¿Qué tienes contra mí? No me contestó, encogiéndose de hombros. ¡Anda al demonio! murmuré. Pero un momento después, al separarme, sentí su mirada cruel y desconfiada fija en la mía. ¿Me juras por lo que más quieras, por lo que quieras más, que no sabes lo que pienso? No le respondí secamente. ¡No mientes, no estás mintiendo? No miento.
Con tal de que lo hagamos bien nos haremos ricos. ¡La señal es un disparo! ¡Aprieta, aprieta! murmuró Camaroncocido sacudiendo los dedos; allá el General, y aquí el P. Salví... ¡Pobre país!... Pero ¿y á mí qué? Y encogiéndose de hombros y escupiendo al mismo tiempo, dos gestos que en él eran los signos de la mayor indiferencia, prosiguió sus observaciones...
Luego, encogiéndose de hombros, dijo sordamente: Está bien... Desde aquí voy á la Pola á despertar al señor juez para que envíe por ti... Ya dirás en la cárcel lo que sabes. El rostro de la Pura se cubrió de intensa palidez y balbuceó: Haz lo que quieras... Yo nada sé... Pues adiós... ¡Hasta pronto! Nolo dió unos cuantos pasos precipitados monte abajo... ¡Ven acá! le gritó Pepa.
Al fin nos dio razón del desgraciado preceptor un soldado, diciéndonos: Se lo llevaron entre cuatro. ¿Pero a dónde, no se sabe a dónde? El soldado, encogiéndose de hombros, fijó su vista en la puerta de San Felipe, por donde salían bastantes diputados.
He venido aquí acompañando á mi señor, dijo, y en la inteligencia de que me rodeaban ingleses y amigos. Pero ese escudero me ha hecho un recibimiento brutal y lo ocurrido es culpa suya. Pronto estoy á recoger mi guante, mas ¡por Dios vivo! no sin que antes me pida él perdón por sus palabras y ademanes. ¡Basta ya! exclamó Tránter encogiéndose de hombros.
El juez aguardó un momento la respuesta, y en seguida continuó lentamente: Advierto a usted que las reticencias podrían perjudicarla. La nihilista manifestó su indiferencia encogiéndose de hombros desdeñosamente. ¿A quién acusa usted? ¿A mí, o a Alejo Petrovich, o a ambos? ¡Me parece que usted quiere invertir los papeles!
¡Qué nieta tan rara! exclamó la abuela encogiéndose de hombros. ¿Estás ahora ocupada de las solteronas? Sí. Oye cómo comprendían los hebreos el deber de la mujer. Su única misión, según ellos, era dar los más hijos posibles a la familia y al Estado... De aquí el matrimonio obligatorio... Tenían mucha razón. Los indios, abuela, son también, según tú, gente razonable.
Palabra del Dia
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