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Actualizado: 14 de mayo de 2025
Don Pedro, a pesar de la urgencia alegada para apurar a Julián, aguardó dos minutos en la puerta, quizás con la ilusión recóndita de ser detenido por la muchacha; pero al fin, encogiéndose de hombros, salió delante, y echó a andar por la senda abierta entre viñas que conducía al crucero.
Por lo demás, dijo encogiéndose de hombros, no es mala del todo, no es mala la idea, y ya que no se puede poseer el latin, que al menos se posea el castellano. Ahí tiene usted, tocayo, una prueba de cómo vamos para atrás.
Hacía estas protestas esgrimiendo un paño untado de tiza contra las sacras, cuyo cerco de metal limpiaba con denuedo, sin mirarlo. Alzó Nucha los ojos, y en ellos lució un rayo instantáneo, un impulso de gritar, de quejarse, de pedir auxilio.... Al punto se apagó la llamarada, y encogiéndose de hombros levemente, la señorita repitió: No tengo nada, Julián.
La señora de Hermany, yendo y viniendo por el salón a obscuras, en el desorden de una bacante, detúvose al fin delante de Juana: ¿Creía que era una santa? dijo. Sí contestó sencillamente Juana. La señora de Hermany, encogiéndose de hombros, dio todavía algunos pasos.
Ya que ha entrado usted aquí sin más ni más, es preciso que sepa usted que no me coge en ninguna aventura escandalosa, ni de eso nace mi enojo por su importunidad. Hombre, hombre, hombre; si yo no pregunto... dijo él encogiéndose de hombros.
Había en la naturaleza de Simón algo refractario a lo imposible. Para él, dentro de lo humano, todos los hombres eran capaces de todo; y si cuando le tocó la suerte de soldado alguien le hubiera dicho en broma «adiós, mi general», él, encogiéndose de hombros, de seguro habría contestado muy serio para sus adentros: «¿Quién sabe?...»
Transcurrían largos intervalos de silencio. Después, un rumor, un suspiro colectivo, el abejorreo de un comentario en voz baja alrededor de la mesa. ¿Seguía ganando Alicia?... ¿Iba á verla aparecer como el otro, encogiéndose de hombros ante los absurdos de la suerte?... Aún pidió un vaso más; y contemplando las espirales de humo de su cigarro, fué adormeciéndose.
Pero, un instante después, la ansiedad volvió a apoderarse de él. ¿Dónde está Olga? tartamudeó alzando los ojos hacia la puerta, como si fuera a verla entrar en ese instante. ¿Olga? dijo la señora Hellinger encogiéndose de hombros. ¡Qué sé yo! Sin duda va a venir de un momento a otro; ¿es por algo urgente? ¡Alabado sea Dios! exclamó el doctor juntando las manos. ¡De modo que ya ha bajado!
Pero Blanca, con una resolución repentina, me arrastró fuertemente del brazo que me tenía asido y me sacó del descanso de la escalera en que nos habíamos detenido. Vaya, ¿qué tiene de particular? preguntó Blanca retirándose y mirando a la madre... ¿Tiene algo de malo lo que hemos hecho? y encogiéndose de hombros con un movimiento brusco, agregó con una carcajada: ¡Vamos a cenar!
¡Valiente cosa para tanto alboroto! exclamó el marido encogiéndose de hombros . ¡Os crían con más mimo! En mi vida he visto tal. Don Julián, ¿usted creyó que la casa se venía abajo? ¡Ea, a recogerse! Buenas noches.
Palabra del Dia
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