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Actualizado: 28 de junio de 2025


3 ¡Mi montañés! En el campo son tus riquezas; todos tus tesoros daré a despojo, por el pecado de tus altos en todos tus términos. 4 Y habrá remisión en ti de tu heredad, la cual yo te di, y te haré servir a tus enemigos en tierra que no conociste; porque fuego habéis encendido en mi furor, para siempre arderá.

No, pesadilla mala... no sería... porque sonreía la señora... daba vueltas.... Y... y... ¿qué decía? ¡Oh... qué decía! no se entendía bien... palabras sueltas... nombres.... ¿Qué nombres?... Ana preguntó esto encendido el rostro por el rubor ... ¿qué nombres? repitió. Llamaba la señora... al amo. ¿Al amo? ... , señora... decía: ¡Víctor! ¡Víctor! Ana comprendió que Petra mentía.

Si se aplicaba un fósforo encendido á la hierba, ardía como estopa. La gente de la Segada tenía que andar un kilómetro para ir á la fuente, porque la del pueblo se había agotado. La vida en el palacio era monótona, pero dulce y amable. Laura tenía perfectamente distribuído el tiempo, y lejos de aburrirse se encontraba como el pez en el agua. La idea de su vuelta á Madrid la estremecía.

Nunca le pareció tan linda a Andrés. El pañuelo bermejo, por debajo del cual asomaban los rizos de un cabello negro y brillante como el ébano, hacía resaltar su rostro trigueño, iluminado ahora por una sonrisa y encendido por el rubor.

Cornelio, exponiéndose a caerse o a recibir un flechazo, salió al corredor y arrojó todo lo lejos que pudo aquel objeto encendido, antes de que prendiera fuego en las viguetas. ¡Es una flecha! gritó. ¿Una flecha? repitió el Capitán. , una flecha; pero con un algodón ardiendo en la punta. ¡Ah, pillos! exclamó Horn . Quieren quemar la casa sin acercarse.

Estaba en un desierto; rodeábale una noche. ¿Qué había dicho? Nada. Y había hablado mucho. Aquello fué como si diera golpes en el vacío, como si hiriera en una sombra creyéndola cuerpo humano, como si hubiera encendido un sol en un mundo de ciegos. Bajó con el alma atribulada, oprimido el corazón, ardiente y turbada la cabeza, bañado el rostro en sudor frío.

¿Y a usted qué le importa? preguntó Joaquinita con acento picado y agresivo, del cual no la creyera capaz. Nada, hija, nada, que buen provecho les haga; pero no está bien marearme tan pronto a un muchacho que acaba de llegar... Porque ya le tiene usted flechado... Mire usted cómo está encendido. ¡Qué guasoncillo! Bien se conoce que no está aquí aún Isabel para ponerle serio.

En esta forma, con el rostro encendido y los ojos llameando de cólera, dio la vuelta hacia el pueblo sin despedirse de su compañero, llevando medio en suspensión al chico, que lanzaba quejidos lastimeros. El P. Gil le contempló estupefacto hasta que le perdió de vista. Permaneció todavía unos momentos inmóvil, abstraído.

Vestía traje de fiesta en todo tiempo: sus pantalones eran de terciopelo azul, la faja y el lazo que le servía de corbata de encendido rojo, y por encima de esta última prenda ostentaba un pañolito femenil arrollado al cuello, con la bordada punta por delante.

Cuando perdí la senda Que á me conducia, Yo nube sombría Turbar su claridad; Pero brilló risueña Cuando te hallé amorosa, Y en tu cabeza hermosa Vertió su claridad. Cuando al cruzar los mares Se ha entristecido mi alma, Me ha inoculado calma Su rayo celestial; Y si las tempestades Mi nave han combatido, Al punto se ha encendido Cual místico fanal.

Palabra del Dia

vorsado

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