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Actualizado: 28 de junio de 2025
Pero ese fustazo de reacción que había encendido un efímero relámpago de ruina sensorial, traía también a flor de conciencia cuanto de honor masculino y vergüenza viril agonizaba en mí.
Nácar de luna que en los cielos, riela, oriflama brillante sobre el mar, nieve en la cima que el calor deshiela, pebetero encendido ante el altar, presto a los caminantes mi consuelo, acompañando a Fé y a Caridad; las tres llevamos por camino el cielo, formando una gloriosa trinidad.
Es de noche y veo que en la cima de una montaña se enciende un fuego; á poco rato de arder, noto que en la montaña opuesta asoma una luz; brilla por breve tiempo y desaparece. Esta ha salido despues de encendido el fuego en la parte opuesta; pero de aquí no puedo inferir que haya entre los dos hechos relacion alguna.
Sí, mamá... sí..., te mueres repuso la joven con el rostro encendido, llena de sobresalto y congoja, temiendo que no estuviese bien preparada . Arrepiéntete de los pecados que hayas cometido... ¿No es verdad que te arrepientes y pides perdón de ellos al Señor?... Sí..., sí murmuró la enferma.
La noche bien lo recuerdo de aquel Martes Santo en que el canónigo encendido y campechano surgió en la casa de huéspedes, la Pinta se mostró sobremanera comunicativa. Mi padre era zapatero y otra cosa, que él decía filósofo bilateral. Como he oído, siendo niña, estas palabrejas tantas veces, no se me han borrado de la memoria.
Le llevó hacia la terraza y cruzaron las anchas avenidas del jardín donde las flores ponían toques de encendido color y donde las madreselvas llenaban el aire con su penetrante perfume. Como el primer día, se apoyó Camila suavemente en su brazo y le hizo admirar de una en una, sus plantas y sus flores.
Ramiro escucha esos quietos rumores de la ciudad adusta y monacal, el canto de un gallo, el tañido de una campana de monasterio, la menuda pisada de un borrico en las losas. La calentura le martilla las sienes. En medio de la estancia, sobre un taburete, hay un pebetero encendido.
Señor cura, volví a decir entusiasmado, ¡Vd. es un demócrata verdadero! El cura me miró sonriendo a la luz de la primera fogata que los alegres vecinos habían encendido a la entrada del pueblo y que atizaban a la sazón tres chicuelos. Demócrata o discípulo de Jesús, ¿no es acaso la misma cosa?... me contestó.
Pero ni tuvo tiempo de asustarse porque vio entrar a Nicolás haciendo aspavientos de júbilo, el rostro encendido, los ojos chispos, y llegándose a su cuñada le dio un fuerte abrazo: «Denme todos la enhorabuena... Ya... al fin... No ha sido favor, sino justicia. Pero estoy muy agradecido a las personas que...». ¡Gracias a Dios!
Mal lo ha sentido El Abrego, que á Lerma conocía: En cólera los dos se han encendido, Y mientras algun tiempo se gastaba, El Lerma con su gente ya llegaba.
Palabra del Dia
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