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Actualizado: 20 de junio de 2025
El pobre muchacho hizo como que aprobaba la idea, sonriendo, y para sí dio unas cuantas vueltas al manubrio de la lógica: «Se te ha encargado que no descubras nada; se te ha dicho que tengas cuidado con lo que hablas delante de mí, dromedario, y tú, como todos, te empeñas en meterme en la cabeza la idea de que estoy viudo. No cuentas con que mi cabeza es un prodigio de claridad y raciocinio.
Tú te empeñas en que a nuestra niña se le arraigue esta propensión a la epilepsia... ¡sabiendo que se corrige con los baños de mar...! Lo mismo son los de los Jerónimos... digo, son mejores. La voz de Rosalía, objetando algo, se perdió en los aposentos inmediatos.
Terminaba el piloto su carta con las súplicas de siempre: «¿Por qué te empeñas en seguir en el mar?... Deseas una venganza que es imposible. Eres un hombre solo, y tus enemigos son millones... Vas á morir si persistes en desafiarlos. Ya sabes que te buscan hace tiempo, y no siempre conseguirás librarte de ellos.
Y se puso á cascarlas con sus blancos y menudos dientes. No sé por qué te enfadas prosiguió al cabo de un instante. Ya debías estar acostumbrado á mis cosas... Tú, Jacinto, te empeñas en comer los higos cuando están verdes y ¡claro! no tiene más remedio que saberte agrios. ¡Eres tan despreciativa, Flora!
No quieres vivir con nosotros como hermano, ¿verdad? ¿Te empeñas en actuar aquí de cura? Pues ¡a la calle! Mañana te marchas, para no volver nunca. Eso, eso es dijo Tirso al oír la palabra cura. Aprovecha la ocasión que se te presenta para ofender a un sacerdote. Mis ropas, mis hábitos son los que te irritan. ¡Nada importa!
Ricardo quedó un instante parado y altamente sorprendido; pero una fresca carcajada que sonó dentro le sacó de su estupor. ¿Qué es eso; no te atreves a entrar, cobarde? ¿Pero chica, no ves que puedes hacerte daño? ¡Entre usted, bravo guerrero! Bien..., ya que te empeñas... Cuando se había unido a Marta observó que la cueva se abría bastante y estaba tapizada de arena.
¿Yo?... ¿Qué más quieres que te diga?... Me parece que he elogiado bastante, y de lo que no me merece elogios... ¿a qué hablar?... ¿Por ejemplo?... Si te empeñas... me parece muy censurable tu afán de identificarte con todo este chusmaje... de vestirte como ellos... hablar como ellos... ¡y hasta beber a la par de ellos, Melchor! ¡Apareció el aristócrata!... ¿y qué más?...
Diciéndolo, iba sacando de la cesta pan, tortilla, carne fiambre y una botella de vino. Enumeraba las provisiones, creyendo que así le despertaría el apetito, y como argumento final le dijo: «Si te empeñas en no comer, me enfado, y no vuelvo más a verte.
O al son de mi bolsa cantas, ó si te empeñas en callar, hablan de ti mañana en la villa. Conque hijo, ¿qué quiere don Rodrigo con mi pariente? ¿Vuestro pariente es ese mozo? Archinieto de una archiabuela mía, que era tan noble persona que más arriba que el suyo no hay linaje que se conozca. ¿Me promete vuesa merced guardarme el secreto, don Francisco?
Ya que te empeñas... ¡Mire que se ha hecho de rogar, don Ricardo! ¿y no le hará mal comer sin ganas?... ¿Sabe, Baldomero interrumpió Lorenzo, que estoy preocupado con una cosa? Usted dirá, señor. ¿Qué le dijo a usted ayer ese hombre con quien habló, cuando estábamos comiendo? ¡Zonceras, señor!... que no valen la pena. Pero usted estaba enojado, ¿no es verdad? Tanto no, señor. ¡Sí!
Palabra del Dia
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