Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 19 de junio de 2025


Otras veces era la angustia de haber sido pisado por una bestia de enorme pesadumbre. Le echaban un cubo de agua por la cabeza, y luego, al recobrar los sentidos, obsequiábanle con un gran trago de aguardiente de Cazalla de la Sierra. Ni un príncipe podría verse mejor cuidado. A la plaza otra vez.

Todos los días era conducida al puente, para respirar y absorber el aire vivificante del Océano: los niños la rodeaban, se echaban a sus pies y permanecían quietecitos, mientras ella les hablaba con voz débil como un soplo e impregnada de ese eco íntimo y profundo que anuncia ya la liberación. ¡Jamás mujer alguna me ha inspirado un sentimiento más complejo que esa joven desgraciada; mezcla de lástima, respeto, cariño, irritación por los que la lanzaron a esa vía de dolor, indignación contra ese destino miserable!

1 Y mirando, vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca de la limosna. 2 Y vio también una viuda pobrecilla, que echaba allí dos centavos. 3 Y dijo: De verdad os digo, que esta pobre viuda echó más que todos; 4 porque todos éstos, de lo que les sobra echaron para las ofrendas de Dios; mas ésta de su pobreza echó todo el sustento que tenía.

Y mientras tanto, los calafates, brocha en mano, pinta que pinta. El cañonero echó anclas al mismo tiempo que desaparecían en la entrada del pueblo los últimos despojos de la barca. Yo me quedé en este sitio, queriendo verlo todo, y para mayor disimulo ayudaba á unos amigos que echaban al mar una lancha de pesca.

Tan luego como en la familia se presentaba hija de Eva en estado interesante, las hermanitas, amigas y hasta las criadas se echaban a arreglar programa para un mes de romería por los conventos. Y la mejor mañana se aparecían diez o doce tapadas a la portería de San Francisco, por ejemplo, y la más vivaracha de ellas decía, dirigiéndose al lego portero: ¡Ave María purísima!

¡Bomba! gritó de pronto uno de los que la echaban de graciosos . Brindo por ese cúralo-todo que Dios nos ha enviado a esta tierra, para que todos vivamos más años que Matusalén; con condición de que, cuando llegue el caso, no trate de prolongar la vida de mi mujer, y mi purgatorio. Esta ocurrencia ocasionó una explosión de vivas y palmadas. ¿Y qué dices a todo esto, Manuel? le gritaron todos.

Un grito estridente rasgaba la lobreguez, un alarido feroz, que hacía estremecer á los que lo escuchaban. Este grito inmenso salía de la garganta de un pájaro poco más grande que el puño, una especie de mochuelo del tamaño de un pichón de cría. Todas las bestias, las que vuelan, las que corren y las que se arrastran, se echaban á temblar cuando oían este alarido.

La leyenda dice que los grandes jefes indios, después de la batalla suprema en que caía la tribu entera, se echaban en sus canoas que abandonaban al rápido correr del río, y, fijos los ojos en el sol, desaparecían en el abismo. ¡Los primeros europeos que hayan contemplado ese cuadro necesitan haber tenido el corazón de acero para no caer fulminados por la violencia de la impresión!

Entró en su casa.... Pidió tila, se acostó... y al verse rodeado de su mujer y de sus hijas que le echaban sobre el cuerpo cuantas mantas había en casa, el ateo empedernido sintió una dulce ternura nerviosa, un calorcillo confortante y se dijo: «Al fin, hay una religión, la del hogar». A la mañana siguiente despertó a toda la casa a campanillazos. «Se sentía mal.

Entre estos y otros dichos y observaciones, llegaron a la calle del Duque de Alba, porque Salvador, no pudiendo sacar cosa limpia y concreta de las confusas indicaciones de D. Eugenio, había decidido retirarse a su casa. Echaban el último párrafo en el portal de esta, cuando del de la inmediata vieron salir a un hombre silbando el estribillo de una canción político-tabernaria.

Palabra del Dia

aconséjele

Otros Mirando