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Actualizado: 2 de julio de 2025
El contralor comprendió desde luego mis dudas, y se contentó con decirme: allez, monsieur, allez. Allez, monsieur, allez, quiere decir: anda, anda, que allá dentro te arreglarán; ó bien esto otro: estoy haciendo mi vendimia; ¿no ves, majadero, que tengo un racimo en la mano? No seas impertinente, anda y déjame en paz.
En esta espera inquietante, el arrepentimiento volvió á atormentarle. ¿Qué hacía allí? ¿Por qué se había quedado?... Pero su carácter tenaz desechó inmediatamente las dudas del miedo. Estaba allí porque tenía el deber de guardar lo suyo. Además, ya era tarde para pensar en tales cosas. Le pareció de pronto que el silencio matinal se cortaba con un sordo rasgón de tela dura.
Ramón Villuendas no estaba; pero Benigna bajó al momento, y lo primero que hizo fue observar atentamente la cara sucia de aquel aguinaldo que su hermana le traía. «Qué, ¿no le encuentras parecido?» díjole Jacinta algo picada. La verdad, hija... no sé qué te diga... Es el vivo retrato afirmó la otra, queriendo cerrar la puerta, con una opinión absoluta, a todas las dudas que pudieran surgir.
Entre estas terribles dudas y la reserva más grande aún, que ellas me exigen ¿qué milagro podría colmar el abismo?
Estas dudas que sin cesar le asaltaban eran para su pasión un verdadero cauterio, doloroso y cruel como todos, pero de muy saludables efectos. No dejó por un instante de frecuentar la casa de Elorza como antes; acaso más que antes. Había allí dos seres a quienes compadecer y que le compadecían.
Esto sería un arduo problema de metafísica muy difícil de resolver. El maestro no pudo menos de observar, a pesar de esas incongruencias morales, el trabajo de una percepción rápida y vigorosa, propia de una inteligencia sana. Melisa no conocía ni el titubear ni las dudas de la niñez. Las contestaciones en clase estaban ligeramente impregnadas de insólita audacia.
Todo eso es razonable, dijo Marenval. Lo indispensable sería saber exactamente quién es esa Jenny Hawkins. Solamente Sorege podría decírnoslo y él se guardará bien de hacerlo. Á no ser que... ¿Y bien?... Á no ser que nos lo diga Jacobo de Freneuse. Marenval hizo oir una especie de silbido que le servía habitualmente para expresar sus dudas. Sí, pero, vaya usted á buscarle. ¡Está lejos!
La figura de M. de Vignet no es muy notable; su fortuna es mediana; temí muchas veces cometer un disparate; ¡y he sido yo quien lo ha hecho todo! Rogué muchísimo a Dios que me diera acierto y que aclarase mis dudas, y veo ahora con satisfacción que todo lo que pueda llamarse verdaderamente cuerdo y razonable, se encuentra en este matrimonio.
«Parece que dudas si Nos, al ver tu cuidado de castigar con severidad á los pérfidos que fingiéndose cristianos blasfeman de Cristo, lo crucifican con infidelidad judáica, i están pertinaces en su apostasía, pensarémos que lo haces mas por ambicion i codicia de bienes temporales que por celo de la fe i verdad católica ó temor de Dios; pero debes estar cierta de que no hemos tenido ni aun leve sospecha de ello; pues aunque algunas personas han susurrado algunas especies para cubrir las iniquidades de los castigados, no hemos podido creer injusticia tuya ni de tu ilustre consorte, nuestro hijo carisimo.
Pero el tono solemne del doctor, la gravedad de sus palabras, el sagrado nombre de Magdalena, le hicieron meditar, y cuando se encontró solo en su cuarto, permaneció un rato inmóvil, recogido en sí mismo, pareció luego volver a la vida que poco antes quería abandonar tan decidido y al fin, levantándose, púsose a pasear por la estancia, asaltado por la ansiedad y las dudas que embargaban su espíritu.
Palabra del Dia
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