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Actualizado: 2 de julio de 2025
Mas, apenas agitamos un poco tan misteriosas profundidades, nos extraña ver cómo surge de ellas todo un extraño mundo de insospechadas aprensiones, de confusos remordimientos y de dudas jamás presentidas.
Harto sabía que a título de amigo, como visita, de igual a igual, nunca le admitirían; pero ¿qué le importaba si conseguía ver a Paz y salir de dudas? Don Luis le recibió en el despacho. Sobre una de las butacas se veían un periódico de modas y un cestito de labor. «Esto es de ella» imaginó Pepe, y este ella que subrayó con el pensamiento, le pareció ambiciosamente ridículo.
Rompimiento... Le ha dado otra vez el canuto ese bergante decía D. Evaristo . Si no es más que eso, la trinquetada pasará. Despidiose hasta el día siguiente, y la dolorida se acostó diciendo a la criada mientras la ayudaba a desnudarse: «Honrada soy, y lo he sido siempre. ¿Qué?... ¿lo dudas tú?».
Pero yo soy hombre que llevo las cosas hasta el fin, y sabiendo que se había dispuesto la salida de algunos navíos con objeto de recoger los desmantelados y rescatar los prisioneros, determiné salir pronto de dudas, embarcándome en uno de ellos. Expuse mi pretensión a Solano, y después al mayor general de la escuadra, mi antiguo amigo Escaño, y no sin escrúpulo me dejaron venir.
En casa de don Pedro Nolasco se había sabido todo, poco antes de pasar «la nube» que los había aterrado. Habían vivido en la misma angustia que yo hasta muy entrada la noche. Yo referí a Lita las dudas que había tenido en casa del Topero; y aquí fue donde mi tenacidad rayó en impertinencia.
Se alejó el mozo y cuando se vió solo acudieron á su mente mil dudas. ¡Era extraño aquel percance de Plutón! Mas por otra parte, si había estado en la mina trabajando todo el día, la noticia de la Pura resultaba falsa. En estas cavilaciones enfrascado estuvo algún tiempo. Miró al cielo; vió que era tarde ya para ir á la Braña y volver á la mañana: tampoco quiso llamar en casa del tío Goro.
Tantos caprichos extravagantes, tantas dudas, combates y lágrimas de que desde algún tiempo había sido el objeto ó el testigo, denunciaban, sin duda, una razón vacilante y poco dueña de sí misma.
Imposible es, sin embargo, exponer en el análisis de esta obra el número y calidad de las innumerables bellezas de este poema grandioso, exuberante en fuerza y energía, que sin dudas de ningún género puede colocarse entre los más perfectos que se hayan escrito en cualquier época y en cualquier pueblo.
La habló del comienzo de su amor, evocó la pasión ardiente nacida bajo los paisajes de la sierra, las grandes melancolías de la decepción, la inconsecuencia con que ella había destruido su ilusión de una dicha perfecta, y luego las dudas, la continuada angustia, y las bellas cartas de amor que más tarde se complacía ella en desmentir con una frialdad cruel, acaso por el simple deseo de hacerle mal.
Tenía la cama medio deshecha, porque estuvo moviéndose nerviosamente en ella hasta que vio entrar a su hijo, y de cuando en cuando dirigía los ojos a su mujer, como asombrado de que pudiera dormir libre de las mismas dudas y recelos que él experimentaba. Vaya, a descansar, papá. Pepe y Leocadia besaron a su padre como dos niños, y salieron.
Palabra del Dia
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