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Actualizado: 11 de junio de 2025


¡Qué bueno es! dijo gozosa a su suegra. podías dudarlo respondió ésta sonriendo a su nuera, a quien quería mucho, y levantándose para ir a ocupar su puesto a la cabecera del enfermo . Yo, que lo he parido, no lo he dudado nunca. Al pasar cerca de Momo, le dijo su abuela: Ya sabía yo que tenías malas entrañas; pero nunca lo has acreditado tanto como ahora.

¡Yo!... dijo confundido y descompuesto á pesar de su serenidad el padre Aliaga. Vuestro celo os ha engañado, fray Luis repitió la joven con su acento siempre igual, siempre reposado; pero siempre frío y hasta cierto punto severo. Yo no he dudado jamás de su majestad dijo el padre Aliaga, puesto por doña Clara hasta cierto punto en el banquillo de los acusados , pero he temido que ese caballero...

Artículo de fe es ese de que no he dudado nunca dijo Quevedo, al que pasó por los ojos tal cosa, que dió ocasión á que le rodeasen y asiesen de él de improviso los alguaciles. ¡Eh! ¿qué es esto? ¿habréme convertido en doblón cuando con tal ansia me echáis mano? dijo Quevedo. Os habéis convertido en hombre preso por el rey. Su majestad viva, y pues su majestad lo quiere, preso me reconozco.

Habíais dudado de , señora dijo Montiño con acento de dulce reconvención. Habéis hecho mal, prevaliéndoos de la casualidad que puso entre mis manos esta joya. Perdone vuestra majestad... dijo el joven, y la dama no le dejó tiempo de concluir. ¡Mi majestad! exclamó con asombro, volviendo con terror el rostro á una puerta cubierta con un tapiz.

Desde que perdí el corazón en el cielo de vuestras perfecciones, señora, dijo Cervantes, de tal manera he ansiado, tanto he dudado, tan grande la desdicha de mi amor he creído, que no he tenido alma ni vida más que para ansiar y temer, y buscaros y entreveros, apareciendo con el alba, tornándoos a vuestra casa a punto que el sol salía, menos que vos hermoso; y todo era en sobresalto y congoja, y afán y miedo; que ante vos no quería mostrarme, por no ver el desdén en vuestros ojos, hasta que no pudiendo más, y desesperado y loco, a daros música vine, y a deciros ese triste soneto, que en su poco valer bien muestra que las musas están enojadas conmigo, al verse por vos, a causa del grande amor que os tengo, por desdeñadas y olvidadas; bien que si vos, como me lo hace creer el deseo, me amáis, ¿qué vale el laurel de Apolo comparado con la gloria de teneros mía?

Todo esto tiene que inferirse de lo que cada personaje dice y hace: inducción, en mi sentir, muy sujeta a engaños, por donde se ha dudado y se ha disputado siempre no poco sobre el valer moral e intelectual de muy célebres figuras históricas. Sobre D. Cristóbal de Moura no hay, no puede haber duda ni disputa.

Y haciéndola el dolor más expansiva, comenzó toda una serie de hondas lamentaciones: ciertamente, no había ella dudado ni un punto de la honradez del señor Delaberge; pero eso no había de impedir que su llegada al Sol de Oro despertase la malignidad de los envidiosos que hablaban mal del Príncipe sólo porque había hecho fortuna. Iban a remover y a remozar antiguas historias.

Mario le contemplaba fijamente. Mira, Adolfo dijo al fin procurando reprimir la indignación, yo nunca he dudado de tu ciencia.

Por lo mismo que su hijastra había sido siempre fría y altanera con todos, menos con ella, jamás había dudado de la sinceridad de su cariño. Estaba con él satisfecha y orgullosa. Le bastaba para compensarle de la indiferencia despreciativa que observaba en cuantos se acercaban a ella. La horrible sospecha que a viva fuerza había penetrado en su corazón lo llenaba de amargura.

Después se arrepentía de haber dudado de mi constancia, y llorando me pedía que la perdonara. Mas a poco, cuando calmada por mis palabras y mis promesas sonreía dichosa, y en su pálido rostro irradiaba la alegría, tornaba a sus presentimientos: «No me engaño, no quiero engañarme.... Me da pena decírtelo, pero ya sabes que nada te oculto, que no quiero ocultarte nada.

Palabra del Dia

rigoleto

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