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Actualizado: 30 de junio de 2025
Velázquez entró en casa á la noche y se condujo con la misma soltura y libertad que si no hubiera hecho nada reprensible. Tan sólo dijo con afectada ligereza: Dispensa, hija, que no haya venido á buscarte. Me encontré con un antiguo conocido de Jerez, y no tuve más remedio que ofrecerle tu asiento. Soledad le dirigió una torva mirada de través y guardó silencio.
La ira contenida de Don Carlos se exhala entonces sin freno; intenta matar al duque de Alba, que le es profundamente antipático por el favor que el Rey le dispensa, y su padre, sin embargo, en vez de mostrarse con él justiciero, lo exhorta y aconseja blandamente, hasta que al fin se ve obligado á aprisionarlo para evitar nuevos y mayores delitos.
Quizá no fuese todo sino un poco de esa simpatía que, a modo de limosna, dispensa el poderoso al miserable. El pesimismo, compañero eterno de la desgracia, le dijo que acertaba. ¿Qué otra cosa podía ser? Pero luego la imaginación venció a la cordura y el desvarío del pensamiento se sobrepuso a la mentida frialdad de que Pepe quiso hacer alarde ante sí propio.
A mí me va perfectísimamente; no te has equivocado repuso en el mismo tono displicente, sin mirarle a la cara. ¿Cómo no, siendo en todas partes donde te presentas la estrella Sirio? Dispensa, chico, no entiendo de astronomía. Sirio es la estrella más brillante del cielo. Eso lo sabe todo el mundo. Pues yo no lo sabía... ¡Ya ves, como soy una paleta!
Estuve en casa de doña Tula otras dos veces para ultimar la cuestión de papeles. El prebendado don Cosme de la Puente sacó dispensa de las proclamas y bendijo nuestra unión en la capilla del palacio del Padul, siendo madrina Isabel y padrino mi buen padre, que llegó a Sevilla tres días antes con ese objeto. No se invitó a la ceremonia a más de una docena de personas.
Pues dispensa, chico... Mañana le diré que todo ha sido una mentira... y hemos concluído. Nada se adelanta ya. Lo que me parece mal no es el resultado, como debes comprender, sino que haya salido eso de ti. Más pierdo yo que tú. ¡Por lo mismo lo siento! Bien, pues dale expresiones replicó desabridamente levantándose del alféizar de la ventana, donde estaba sentada.
El Rey le hizo merced de casa de aposento que representaba doscientos ducados cada año, le dio otros trescientos de regalo y le otorgó una pensión de otros tantos, que debía de ser eclesiástica cuando se sabe que para disfrutarla hubo necesidad, de dispensa.
Lucia añadió con naturalidad y sin la menor expresión de amargura , usted dispensa mi falta de tino, ¿no es cierto? Sí, Don Ignacio murmuró ella bajo. Artegui arrastró el sillón, y sentose cerca del fuego también, alargando manos y pies hacia la llama. ¿No siente usted frío ya? preguntó a Lucía. No, señor. Un calor muy agradable, al contrario. ¿A ver esas manos?
Descuida, hombre, descuida... ¿A quién voy yo a contar semejantes sandeces? Pues, buenas noches, Jacobito... Dispensa... Si ocurre algo, pega en el tabique... Yo tengo el sueño de un pájarrro; en eso parrrezco un viejo...
¡Pícaro! ¡Tragón! dijo en aquel momento Currita . ¡No le muerdas!... ¿Habráse visto?... ¿Para quién son esos sopirritones?... Para ti... ¿Para mí, esos sopirritines?... E incorporándose un poco, dijo mirando siempre a la pecera: Hija, dispensa. ¿Dónde decías que vive esa francesa? ¡No, si no lo decía! gritó la otra pasando del despecho a la furia , pero te lo digo ahora para que abras los ojos.
Palabra del Dia
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