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Dispensa que no viniera a verte ayer, Benito prosiguió Villamelón, sentándose . Pero en este París, ¿me entiendes?, no hay tiempo para nada... Curra te espera a almorzar. ¿Lo sabes?... A las dos: un poco tarde quizá; pero hoy está de servicio con la reina. ¿Me entiendes?

Como que resultamos primos concluyó la viuda , aunque un poco lejanos; pero no tanto, si bien se mira, que pudiéramos casarnos los dos sin dispensa... Y se echó a reír con toda su alma.

No era fácil que mi enemigo me cogiese desprevenido como la otra vez; contaba con una policía espontánea que vigilaba mis pasos. Mi madre estaba deseando que me casara cuanto antes, pero había que pedir dispensa por razón de parentesco; en la fe de bautismo de Mary aparecía como hija legítima de Juan de Aguirre y Lazcano.

Ninguna tan propicia como la presente, y fingiéndose dormida en aquella soledad, abrió poquito a poco los ojos con tan cómico espanto, con tan chistoso sobresalto, que todos los presentes soltaron la risa... Jesús, hija, dispensa..., pero al verme tan sola me quedé dormida.

En realidad Wiesbáden no es mas que la reproduccion de Báden, en su carácter principal, lo que me dispensa de hacer descripciones detalladas.

Siempre está con Benito arriba, Benito abajo... Diógenes gritó desde su asiento: Pero, Villamelón..., quiero decir, ¡majadero!... ¡Si no se llama Benito!... ¡Ay! Es verdad, que era... ¿Cómo era?... Jacobo. ¡Eso es, Jacobo!... Pues dispensa, Jacobo; pero tengo una memoria infelicísima, y lo peor es que cada día se me va debilitando...

A los dieciséis años era más que su derecho, era su deber, caballero. Sin duda, pero la gracia puede aliarse con la seriedad. Hasta los quince años se es una niña, de quince a treinta una joven. Y hasta una solterona... Es usted severa, señorita. Mi tío, que apenas se considera como un soltero maduro... Anda, sobrino, no te quedes corto. Dispensa...

Ya que son tonterías, pero en el cerebro pasan cosas muy particulares. ¿Con que, nenito, desembuchas eso, o no? ¿Qué? El nombre. Déjame a de nombres. ¡Qué poco amable es este señor! dijo abrazándole . Bueno, guarda el secretito, hombre, y dispensa. Ten cuidado no te roben esa preciosidad. Eso, eso es, o somos reservados o no. Yo me quedo lo mismo que estaba.

Le compraba juguetes caros, le ponía en la mano, para que las rompiera, las figuras de china de la sala y le permitía comer mil golosinas. «¡Ah!, si fueras madre de verdad no harías esto...». «Pues si no lo soy, mejor... ¿A ti qué te importa?». «A nada. Dispensa, hija, ¡qué genio!». «Si no me enfado...». «¡Vaya, que estás mimadita!».

Si sabes de alguna persona a quien yo deseara más ver en el baile que a ti, dilo.... Pero mi mujer y mi hija me sacarían los ojos, ¿sabes? ¿Y qué tengo yo que ver con tu mujer y tu hija? preguntó la irascible malagueña . eres el amo. Yo quiero una invitación y la tendré. Quedamos, pues, en que mañana me la traerás.... Dispensa, chiquita....