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Actualizado: 30 de septiembre de 2025


Sería yo feliz si V.E. aprobase el celo con que deseo desempeñar el concepto con que V.E. me honra, cuando me dispensa las ocasiones de emplearme en el real servicio, y de haberlo hecho con acierto. Dios guarde á V.E. muchos años. Buenos Aires, 12 de Agosto de 1786.

Y así que la tuvo cogida manifestó riendo: Dispensa, querida, la matraca que te he dado. Alguna que otra vez me suelen atacar estos arrechuchos y entonces me pongo insoportable, lo conozco; pero en seguidita me pasan y entonces no soy mal chico, ¿verdad, ? Lo único que te pido es que sueltes á escape esa cara de regidor ofendido y no me la vuelvas á enseñar en la vida.

Cuando puesta en contacto con Félix Aldea apreció su valer y notó su inclinación por ella, se fijó primero, pensó después, vaciló luego, y finalmente llegó a decirse que aquel hombre joven y juicioso, hermoso y varonil, obsequioso sin afectación, galante sin lisonja, era quien mejor merecía, si no su amor, al menos aquella simpatía que la mujer dispensa como prólogo de más dulces concesiones.

Me parece que no he dicho nada... Dispensa. He hecho mal; pero también ¿por qué se te ocurre una idea tan absurda? ¡Absurda!... No veo el motivo... La he tenido yo por mi propia cuenta, esta idea absurda. ¡Ah! ... ¡Cómo, ah! ¿yo?... Si yo la he tenido, la puedes tener ... vales más que yo... ¡Pablo, por favor!... El disgusto de Juan era evidente.

La persona que había llamado, estremecida sin duda por aquella voz, tardó un instante en contestar. Soy yo, Gonzalo dijo al cabo con voz débil. ¡Ah! dispensa, Cecilia. Entra replicó el joven dulcificándose de pronto. Su cuñada abrió la puerta, entró, y la cerró después con cuidado. Venía a saber cómo estabas, y al mismo tiempo a decirte que si quieres la limonada ya la tienes hecha.

Velázquez había tomado la guitarra y preludiaba unas soleares. Todos callaban. De pronto Isabel soltó una fuerte risotada, que al guapo le produjo insoportable escozor. ¿De qué te ríes, hija mía? le preguntó con aparente calma. Pues me río de verte así, tan pacífico, con la guitarra sobre las piernas... Dispensa, hijo, no lo puedo remediar. Y soltó otra risotada.

Pepe Castro se volvió estupefacto. Por las pálidas mejillas del marqués rodaban algunas lágrimas de enternecimiento. Hizo un mohín de lástima y siguió arreglándose los bigotes. Al cabo de unos momentos de silencio, dijo: Dispensa, chico. No tengo esas dos mil pesetas; pero aunque las tuviera puedes estar seguro de que me guardaría de dártelas si las ibas a emplear como dices.

Una ceremonia de este género, una toma de velo debía celebrarse con gran pompa, dentro de poco, en la ciudad de Granada; e Isabel, que no había cumplido todavía el tiempo de noviciado, deseaba obtener una dispensa en favor suyo.

Concluidas las pruebas, el Consejo de las Órdenes aprobó la edad, limpieza de sangre y descendencia por línea recta, mas no consideró noble a Velázquez por parte de padre ni de madre, y aunque el pintor atestiguó que sus ascendientes no habían pagado nunca el tributo llamado la blanca de la carne de que estaban exentos los nobles, el dictamen fue negativo, y Felipe IV, tuvo que pedir al Papa dispensa por falta de nobleza.

En lo que te he dado, Simón, la mayor prueba que puedo darte de mi absoluta confianza en la administración de mis caudales. Precisamente, señor, del deseo de corresponder dignamente a la inmerecida honra que me dispensa Vuecencia en esa prueba, nace el empeño de enterarle...

Palabra del Dia

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