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Después de lo que acabo de decirte, confiesa que es una ironía muy cruel y muy inmerecida. Pero, Dios mío, mi querida prima, dijo Roussel con algún embarazo; me haces más culpable de lo que lo he sido. Si hasta ese punto te horrorizaba el celibato, con tu fortuna, hubieras podido sustituírme con ventaja. Por falta de hombre el matrimonio no fracasa. Ninguno me agradaba sino .

Como no conocíamos por experiencia el tipo yankee de buena calidad, nuestro amigo improvisado nos parecia por lo ménos muy singular, y aunque no nos ocurrió ningún pensamiento de desconfianza ofensiva, no obstante que sabíamos que en los ferrocarriles, los hoteles y los teatros de Europa es muy fácil dar con insignes caballeros de industria, no podiamos explicarnos la excesiva obsequiosidad de nuestro desconocido amigote, inmerecida de nuestra parte, sino suponiendo en él un carácter excéntrico en notable grado.

El infeliz no tan sólo no supo colocarse a la altura de su inmerecida suerte, sino que se hallaba como asustado de tanta fortuna, confesándose indigno de ella, y evitando las distinciones de que era objeto por parte de Antoñita, con un gesto que imploraba la clemencia de sus dos rivales, quienes por su parte aparentaban, no enterarse de nada, mostrando por sistema una indiferencia glacial.

Ruiloz se dio cuenta también de que doña Carmen vivía al parecer siempre atormentada por aquel drama íntimo, esforzándose en limar asperezas, evitar disensiones y alejar conflictos: ya intervenía en los diálogos para variar la conversación cuando corría peligro de agriarse, ya entraba oportunamente en las habitaciones estorbando que Julia se hallase sola con Javier o con Clotilde, ya, por último, y esto era lo que hacía con más gusto, mimaba y acariciaba a su sobrina cual si quisiera recompensarla por algún sacrificio o indemnizarla de alguna grande e inmerecida injusticia.

En lo que te he dado, Simón, la mayor prueba que puedo darte de mi absoluta confianza en la administración de mis caudales. Precisamente, señor, del deseo de corresponder dignamente a la inmerecida honra que me dispensa Vuecencia en esa prueba, nace el empeño de enterarle...

Después de que ambos cónyuges, con excesiva cuanto inmerecida amabilidad, me prometieron cumplir el encargo, apresureme a salir, dándoles las gracias.

Facia inclinó la cabeza y se tapó la cara con las manos, como si se avergonzara, en su humildad, de aquella inmerecida munificencia de su señor; Tona sufrió una sacudida de arriba abajo, como si la hubieran aplicado una descarga eléctrica; Chisco no movió pie ni mano ni una sola fibra de todo su cuerpo, pero se puso muy descolorido.

Los concurrentes al baile, percatados de la verdadera causa de aquellas amarguísimas lágrimas, hicieron responsable del desaire a la dama que ofrecía la fiesta, la cual, a partir de aquel momento, resultó triste, medio aguada y deslucida. Nunca olvidaré el mal rato que sufrí ante la situación desairada e inmerecida de mi amiga.

En llegando á la edad de los negocios, cuando ocupa ya en la sociedad una posicion independiente, cuando ha adquirido cierta reputacion merecida ó inmerecida, cuando se ve rodeado de consideracion, cuando ya tiene inferiores, las lisonjas se multiplican y agrandan, los amigos son ménos francos y ménos sinceros, y el hombre abandonado á la vanidad que dejó desarrollarse en su corazon, sigue cada dia con mas ceguedad el peligroso sendero, hundiéndose mas y mas en ese ensimismamiento, en ese goce de mismo, en que el amor propio se exagera hasta un punto lamentable, degenerando, por decirlo asi, en egolatria.

El dolor, no obstante, y la cólera por la inmerecida afrenta bañaron sus mejillas en más encendido carmín. Y bajando ella la vista, veló con los párpados y las rizadas y largas pestañas la luz de sus ojos, que dos mal reprimidas lágrimas humedecieron. Al terminar la función acertaron madre e hija a escabullirse sin ser notadas y a volver precipitadamente a su casa.