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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Es que los reposteros todos son unos. Sin duda Bonelli fue a prevenir a Trouchín y a llevarle el cuento de que yo le debía tres cenas. Es una conspiración contra mí, un complot... Si bien se mira, no les falta razón, querida; ¿pero yo qué culpa tengo? ¡Ese hombre incapaz, mi maridillo...! Cuanto se diga de él es poco.
Es que usted es navarra y con sal y yo quiero probar de esa sal replicó Martín. Pues tenga usted cuidado no le haga daño. ¿Quién lleva usted en el coche? Unas viejas. ¿Volverá usted por aquí? En cuanto pueda. Pues, adiós. Adiós, hermosa. Oiga usted. Si le preguntan por donde hemos ido diga usted que nos hemos quedado aquí. Bueno, así lo haré. El coche pasó por delante de Los Arcos.
No digo más que la verdad. ¡Si creerán que es plato de gusto estar pensando en si baja o si sube el papel, escribir cartas y endosos y andar camino del Banco! Imagino yo, Pepa manifestó el general con sonrisa galante que por más que diga, usted tiene afición a los negocios. ¿Imagina usted? ¡Qué raro!
De manera es replica el comprador, que aunque usté diga uno, ó dos, ó medio; ó que la pareja vale tanto ó cuanto, ó que por aquí ó que por allá, no ha de ser medida la palabra de usté. Eso es añade Antón;-que como dijo el otro, ná se pierde con oir á éste y al de más allá.
La credulidad de la buena señora expandíase en ingenuos asombros ante los embustes y exageraciones que se permitía Maltrana para estremecer su alma inocente. «¡No diga! exclamaba doña Zobeida . ¡Vea!... ¡Qué cosas!» Y cuando ella no estaba presente, Isidro prorrumpía en elogios de su candor. Era para él la mejor persona de a bordo.
¡Hombre!, estudiado precisamente... repuso don Simón un tanto resentido . Pero creo que no me saldría del todo mal. Pues si es bueno, diga usted poco. ¿Y el cigarro? También de los de la petaca; que para malos, ya los tiene él, como estanquero.
No diga eso, hermana, que tal vez ella lo haría peor. ¡Yo, peor!... ¡Anda, anda! Nunca en mi vida hice una chapucería semejante. ¡Cuántas habrá hecho, hermana! ¡Nunca, nunca! repitió la monja en tono colérico . A los siete años ya sabía yo coser mejor. En aquel momento apareció la superiora en el pasillo.
Adelante, mi querido amigo dijo el doctor Eneene, la pluma en alto, siéntese; un momento y ya acabo. ¿Qué tal va esa salud? ¿y el espíritu? mal, ¿eh? ¡caramba! no me lo diga usted.
Izquierdo, dejemos las bromas a un lado; me da mucha lástima de usted; porque, lo digo con sinceridad, no me parece tan mala persona como cree la gente. ¿Quiere usted que le diga la verdad? Pues usted es un infelizote que no ha tenido parte en ningún crimen ni en la invención de la pólvora. Izquierdo alzó la vista del suelo y miró a Guillermina sin ningún rencor.
Sí, sí, D.ª Rafaela, por Dios, no me juzgue usted bueno... Soy muy malo... ya verá usted... La prendera no pudo menos de sonreír llena de benevolencia al ver el calor con que hablaba aquel inocente. Vamos, diga usted, criatura, diga usted. A ver qué maldades son ésas. ¡Sí que lo son!... ¡Ay, señora! La idea de que usted me tiene por mejor de lo que soy me martiriza.
Palabra del Dia
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