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Actualizado: 6 de mayo de 2025


¡Muchas veces en ustedes pende el despacho!... ¡No me diga usted a ; conozco muy bien lo que son oficinas! Y no teniendo respuesta a su jactancia, se retiraba con aire majestuoso y cedía el puesto a otra dama también de fuste , aunque bastante vivaracha y nerviosa.

»Muy señor mío: Aunque no tengo el honor de conocerle, me tomo la libertad de dirigirle la presente para que, á vuelta de correo, me diga si eres ó no es usted el mismo Fulano de Tal que estudió conmigo latín en la villa, y que, por más señas, me quedó debiendo dos reales y medio y unos tirantes de goma.

Yo, movido a risa, le dije: "Pues en verdad que por lo que yo vi hacer a vuestra merced en el campo, que más le tenía por encantador, viendo los círculos." "Eso me dijo era que se me ofreció una treta por el cuarto círculo con el compás mayor, continuando la espada, para matar sin confesión al contrario, porque no diga quién lo hizo, y estaba poniéndolo en términos de matemática."

Es verdad... de la familia... y de mis amigos dijo Melchor poniéndose de pie, como para salir. Ha de haber... alguna... otra... ¡no diga!

Ella no era nadie: una pobre costurera que, acostumbrada a sufrir las impertinencias de las señoras, no podía permitirse el lujo de mostrar susceptibilidad ni amor propio... pero eso de casarse para ser la víctima resignada y humilde sobre la cual cayeran los desprecios de la familia, estaba fuera del límite de su paciencia. No diga usted que no. Adivino lo que sucedería; como si lo viese.

Sonrió la niña, y me señaló a lo lejos los picos más altos de la Sierra, y agregó: Diga usted: ¿No es en aquellos valles donde está el pueblo de San Sebastián? . Pues... ¡allí está Angelina! De madrugada, antes de salir el sol, monté a caballo y salí de la hacienda camino de Villaverde. Era domingo.

Manifieste usted desde hoy el deseo de tener en su casa esa noche á la cantante Jenny Hawkins, de Covent Garden. Sorege la conoce y si usted sabe pedirlo, servirá de intermediario para llevar á la artista. Así se hará. ¿Y después? Nada más. El resto queda de nuestra cuenta. Es indispensable que sea usted prudente y no diga ni una palabra á Sorege.

¡Por el rabo de Satanás, recluta, jamás creí que con esa cabeza color de zanahoria pudieras pensar cosas tan discretas! Diga lo que quiera el sabio Roger, ni este arquero, ni por lo visto este mameluco rojo, creerán jamás que al buen Dios le guste ver á los hombres, frailes ó no frailes, abriéndose las carnes con un rebenque.

Celebro que al fin concuerden sus ideas con las mías, milord dije creyendo haber encontrado la mejor coyuntura para chocar con aquel hombre que me era, sin poderlo remediar, tan aborrecible . Es cierto que los ingleses son comerciantes, egoístas, interesados, prosaicos; pero ¿es natural que esto lo diga exagerándolo hasta lo sumo un hombre que ha nacido de mujer inglesa y en tierra inglesa?

En seguida clasifiqué a las personas que pasaban en mis tres grandes divisiones: Solteronas voluntarias. Solteronas resignadas. Solteronas recalcitrantes. Vuelta a casa, continué mis meditaciones y he aquí lo que llegué a poner en claro en conjunto. La solterona voluntaria, diga lo que quiera el padre Tomás, se distingue a primera vista. Es viva, aunque sea reumática y sobre todo si es nerviosa.

Palabra del Dia

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