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Actualizado: 6 de mayo de 2025
No tome usted en mal sentido mis palabras, inspiradas sólo en el interés que por usted tenemos mi marido y yo.... Su marido de usted ... interrumpió la fogosa solterona, ¿qué ha sabido? Dígame usted la verdad! Pero si no sabe nada; supone solamente, como yo, que don Mauricio podrá, en un momento dado, ser impulsado por una influencia ... exterior.... ¡Cuál! Diga usted todo su pensamiento....
Sólo abriréis cuando yo os diga: ¡Abrid, hijitas, abrid! Que soy la madre que os parí. Las chivitas, que eran muy bien mandadas, lo hicieron todo como se lo había encargado su madre. Y cate Vd. ahí que llaman á la puerta, y que oyen una voz como la de un becerro, que dice: ¡Abrid, que soy el Carlanco! Que montes y peñas arranco.
Si me vuelve usted a decir que es hermosa la muerte replicó el otro cogiendo la vara y esgrimiéndola cómicamente , le lleno el cuerpo de chichones. ¡Decir que es guapa esa tarasca, mamarracho, más fea que el no comer! Mírela usted allí, mírela allí con esa cara que da asco... mírela, y como diga que es guapa, le pulverizo.
¡Canástoles! pensaba sin cesar . En esa cara hay algo de extraordinario: ese mirar no es suyo, ni ese color, ni esa expresión de sobresalto, ni... ni ese vestido es el que llevaba puesto esta mañana paseando conmigo, ¡ea! aunque lo diga quien lo diga... Hasta en el pelo, ¡canástoles! si me apuran un poco, encuentro ya algo que me extraña: parece más apelmazado y obscuro...
Estas memorias le despertaron una idea muy importante. Diga, Máximo.... ¿le parece que mi mujer podrá criar? Máximo se echó a reír, saboreando el ron. No pedir gollerías, señor don Pedro.... ¡Criar! Esa función augusta exige complexión muy vigorosa y predominio del temperamento sanguíneo.... No puede criar la señora.
¡Qué dices, muchacha! exclamé ¡las gracias te las debo a tí por haber asistido y haber honrado mi casa con tu graciosísima presencia! Y la di un apretado beso, expresión efusiva de mi hondo cariño. No diga usted eso, señora. Ya te he dicho muchas veces que no me llames señora; llámame Marianela, con absoluta confianza, como si fuera una hermana mayor.
Si no doy un blinco, me divide». Bueno; vete a la cocina, y aprende para otra vez. A todo lo que él diga, por disparatado que sea, dices tú amén, y siempre amén. Aquel hecho era quizás síntoma de un nuevo aspecto de locura, y las dos señoras no cabían ya en su pellejo, de temor y zozobra. No pasaron ocho días sin que el caso se repitiera.
Marcial continuó, a pesar de esto, su guerrera estadística, pero en voz baja, dirigiéndose sólo a mi amo, el cual no se atrevía a expresar su aprobación. Ella siguió hablando así: «Pero, D. Rafael, no vaya usted, por Dios. Diga usted que es de tierra; que se va a casar.
Ella quiso hablar y Pepe hizo ademán de que le dejase proseguir. Antes de que Vd. me diga una sola palabra, quiero yo ser enteramente franco con usted. Mi posición, mi vida, mi pobreza, y quién sabe si mi educación también, me separan de Vd.
Sí, señora: pero es el caso que se ha dejado su manto. Esperad, que ya volverá: cuando vuelva la decís que la despido, y que Bustillos corra con lo necesario para enviársela á su padre, con una carta en que se diga por qué la vuelvo. Muy bien, señora. Haced que me traigan algo que sirva para pegar papel. Trajeron á la duquesa almidón cocido. ¿No almuerza la señora? No. La dueña salió admirada.
Palabra del Dia
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