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Actualizado: 24 de mayo de 2025


Si me fuera dable, yo pediría: Que ese día me sea devuelto, que vuelva a comenzar con todos sus encantos, con todas sus ilusiones; que me sea permitido vivirlo como la primera vez, sin que nada distraiga mi pensamiento, gustar sus placeres con la misma confianza, con el mismo abandono, agotar sus delicias; ¡y después que la nada comience su obra!

»Gozo fama de ser médico muy entendido; hay en París centenares de personas que a mi saber y a mis desvelos deben su vida; yo, que he devuelto tantas esposas a sus maridos, tantas madres a sus hijos, tantos hijos a sus padres, tengo en estos momentos a mi hija moribunda, y no soy dueño de decir: ¡La salvaré!

Y todo esto le acontecía parado, siendo objeto de la curiosidad de los que pasaban y cruzaban, que no podían menos de decirse: ¿Qué acontecerá al cocinero mayor? Y Montiño no se acordaba de que había dado á Quevedo la carta y de que Quevedo no se la había devuelto.

»El favor que quiero pedir a usted, consiste en esto: »Creo recordar que en Ville d'Avray hay un pobre pastor, llamado Andrés, que posee recetas maravillosas y que, a creer lo que dicen los aldeanos, ha devuelto la salud a muchos enfermos que la Facultad había desahuciado. Tengo una idea vaga de todo esto, y estoy seguro de que yo no lo he soñado.

Cuando se ha adquirido intimidad con el ventisquero por largas exploraciones y se conocen los ligeros cambios de su superficie, es delicioso y gratísimo recorrerlo en un hermoso día de verano. El calor del sol le ha devuelto el movimiento y la voz.

Arrastró a su hija hacia aquélla, exclamando: Ven, Laura, ven; ésta es la mujer que te ha devuelto a tu madre; que se ha sacrificado por tu felicidad y por la mía. Te he dicho que la abrazarías algún día con tierna gratitud; pues bien, hija mía, estréchala entre tus brazos; es un corazón noble el que sentirás latir sobre tu pecho.

Ella subió a su dormitorio y se arrojó sobre la cama, tan confusa como emocionada. Un punto luminoso que brillaba en un ángulo de la estancia atrajo su atención. La llama de la lámpara se reflejaba en un pequeño globo del yodómetro. Desde lo más profundo de su corazón bendijo aquel aparato bienhechor que le había devuelto la vida y le había de devolver las fuerzas en algunos días.

Luego bajó la escalera de caracol y se dirigió a su casa, el rostro blanco, el paso lento, la mirada fija. El exceso de ira y la confianza en su fuerza, le habían devuelto la calma. ¿Está la señorita en su cuarto? preguntó al criado que salió a abrirle la puerta. Me parece que señor: preguntaré a la doncella. No, no preguntes nada; voy allá yo.

Al atravesar por esos campos he visto, delante de mi linda quinta, una mujer limpiamente vestida y, antes de que hubiese podido distinguir sus facciones, se ha arrojado en mis brazos y ha regado mis mejillas con sus lágrimas. «¿No me reconoce usted? me ha dicho al verme vacilar ; soy yo, soy aquella a quien la desesperación había impulsado al suicidio y que usted salvó con peligro de su vida; soy yo, a quien usted ha colmado de beneficios, a quien usted ha arrancado a la miseria, a quien usted ha devuelto la dicha; es a usted a quien debo la vida, y mi esposo querido, y mis hijos amados, y quiero...» Ella quería que viese a sus hijos. «Basta, basta le he dicho, oprimiendo su mano contra mi corazón . Usted no sabe si soy bastante fuerte para resistir todo eso.» «¿Y aquella señora joven? ha añadido misteriosamente ; que el cielo os sea propicio a los dos! ¡Tan hermosa y con un alma tan grande! ¡Oh! ¡Con cuántas alegrías debe embellecer ahora su existencia!» A estas palabras yo he vuelto el rostro, estremeciéndome de dolor y de indignación; y ella ha creído... «¡, muerta, muerta, perdida para siempre!», y la he abandonado al error de sus lamentaciones.

Ya lo veo, ¿pero antes no has devuelto ninguna de las bofetadas que te han dado? Ninguna. ¿Y para qué quieres entonces esas manazas que Dios te ha concedido? Si le hubiera pegado, me llevarían a la cárcel. Miguel volvió a mirarle de hito en hito, y quitándose el sombrero con afectado respeto, le dijo: ¡Oh, varón prudentísimo, yo te saludo!

Palabra del Dia

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