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Actualizado: 18 de junio de 2025
Mírame bien añadió el gitano poniéndose la punta de su índice en la frente amplia y despejada , mírame bien, para que te acuerdes del condenado y de su clemencia; pero como mañana podrías creer que se trataba de un sueño, he aquí lo que te probará la realidad de tu visión. ¡Adiós, valiente!
Una vez despejada la via, avanzó nuestra máquina y á la una y media de la noche entramos en la ciudad que se llama Paris. De Burdeos hasta la capital de Francia halla el viajero una campiña soberbia, por todas partes cultivada, pueblos grandes, vegetacion lozana, y las importantes poblaciones de Libourne, Anguleme, Poitiers, Tours y Orléans.
Su carácter afable y una razón despejada le ganaron la benevolencia del virrey Vertiz, que en 1781 le nombró Teniente de Gobernador del departamento de Concepción.
Bien mediada la tarde, cuando el salón del casino estaba menos concurrido, la atmósfera más despejada, y las bolas de marfil quietas sobre el paño verde, don Andrés dio por terminada la partida, aproximándose a su discípulo, rodeado como siempre por los partidarios más pegajosos y aduladores.
Una mañana, al salir de la ducha, y cuando el enfermo parecía entonado por la reacción, ágil y con la cabeza muy despejada, se paró en la calle, y cogiendo suavemente las solapas del gabán de su hermano, le dijo: «Pero vamos a una cosa. ¿Por qué ni tú, ni mi tía, ni nadie queréis decirme dónde está mi mujer? ¿Qué ha sido de ella?
Carmen se asomó a mirar. Allí estaba Fernando, esbelto, seductor, con su cara pálida y fina, su bigote negro, sus ojos endrinos y soñadores. Tenía despejada la frente, rizo el cabello obscuro, y sensual la boca, sonreidora y correcta. Entró el viajero en el zaguán, y quedóse la muchacha fascinada, dudando si en efecto sería aquel Fernando Alvarez de la Torre hijo de doña Rebeca.
Su ilustre fundador, no pudiendo reprimir el fuego periodístico que le devoraba, se despojó a presencia de todos de la levita, y se puso a dar con energía al manubrio de la rueda-volante, hasta que el sudor brotó en abundancia de su despejada frente. Ejemplo señalado de entusiasmo y amor a la civilización que nos complacemos en referir para enseñanza de las nuevas generaciones.
Mariquita León es laboriosa, activa, despejada, y posee los bríos y la entereza convenientes para gobernar bien su casa y su hacienda y para hacerse respetar y temer de sus enemigos. Y no por eso tiene Mariquita nada de sargentón, de marimacho o de monja alférez.
Me dirán, por ejemplo, que es de estatura mas que mediana, de espaciosa y despejada frente, cabello negro y caido con cierto desórden, ojos grandes, mirada viva y penetrante, color pálido, facciones animadas y expresivas; que en sus labios asoma con frecuencia la sonrisa de la amabilidad, y que de vez en cuando anuncia algo de maligno; que su palabra es mesurada y grave, pero que con el calor de la conversacion se hace rápida, incisiva y hasta fogosa; y así me irán ofreciendo un conjunto físico y moral para darme la idea mas aproximada posible; si supongo que estas y otras noticias son exactas, que se me ha descrito con toda fidelidad el original, tengo una idea de lo que es la persona que llamaba mi curiosidad, y podré dar cuenta de ella á quien como yo estuviese deseoso de conocerla.
Los tres marineros también fueron quemados por la Inquisición, pero es fácil suponer que nadie se ocuparía en recoger sus cenizas, que ya se sabía lo caras que costaban. Aunque las memorias sevillanas no han conservado su nombre, un coetáneo dice que era muchacha bonita y muy graciosa y despejada.
Palabra del Dia
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