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Actualizado: 15 de mayo de 2025
Una caja de dientes; a la izquierda una pastilla de olor; a la derecha un polisón. ¡Cómo se ciñe el corsé! va a exhalar el último aliento. Repara su gesticulación de coqueta. ¡Ente execrable! ¡Horrible desnudez! Más de uno ha deslumbrado tus ojos en algún sarao que debieras haber visto en ese estado para ahorrarte algunas locuras. ¿Quién es aquel de más allá?
Debía quedar aún quince días en su ciudad natal, disfrutados en pleno sosiego de alma, si no de cuerpo; y he ahí que desde el segundo día perdía toda su serenidad. Pero en cambio ¡qué encanto! ¡Qué encanto! se repetía pensando en aquel rayo de luz, flor y carne femenina que había llegado a él desde el carruaje. Se reconocía real y profundamente deslumbrado y enamorado, desde luego.
Estaba deslumbrado y creía sentir alrededor de su cuerpo un baño; un baño de agua rosada. La presencia del Marquesito era el principal factor de aquella alegría. «¡Oh! al fin la aristocracia era algo, algo más que una palabra, era un elemento histórico, una grandeza positiva... podía haber nobleza y no haber Dios... ¿qué duda cabía?».
Entorné los ojos, deslumbrado por el incendio general del árbol de fuego, y a través de la mancha rojiza que percibían mis lastimadas pupilas, me pareció ver el rostro de Angelina pálida y llorosa. Diga usted, Gabriela... dije muy quedito.... ¡Me ha escrito! ¡Me ha escrito! Una carta muy tierna, ¡una carta muy sentida! ¿Quién? Ernesto. ¿Sí? ¿Le sorprende a usted? No... pero no lo esperaba.
Al encararse con Miguel de Zuheros, mirándole de frente, le hizo bajar los ojos deslumbrado por la viveza de aquel mirar y por la fuerza magnética de aquellos ojos verdes o glaucos como los de Minerva, Medea y Circe, y que podrían compararse a dos esmeraldas ardiendo en llamas.
¡Caracho, lo que usted sabe, amigo Apolonio! exclamó Novillo, sinceramente deslumbrado. Pues ya sabe usted tanto como yo, don Anselmo. Y si usted desea más detalles, le dejaré unas cuartillas manuscritas, tituladas «Podotecología estética, o historia del calzado artístico», que para mí escribió mi amigo Valeiro, y que es de donde yo he tomado los datos.
Dios me entiende y yo me entiendo. Pero no os entiendo yo. Cuando fuí huído á Navalcarnero... y fué por una mujer... siempre ellas... encontré en vos... Un joven que se volvió á vos asombrado, deslumbrado por vuestro ingenio. Muchas mercedes. Pues encontré en vos un hermano, y tan agradecido quedé de ello, que en la primera carta que escribí al duque de Osuna, le hablé de vos.
Cuando me dijo usted aquellas palabras manifestó D. Benigno, quitándose los anteojos para limpiar los vidrios que se habían empañado ligeramente me quedó en el primer momento en éxtasis y como deslumbrado. Después tuve la suerte de no dejarme alucinar por las pasiones, y de ver claro en un asunto tan expuesto al error.
Colgaban hasta tocar su cama; agitábalos al dormir con su ronquido, y sentía gran disgusto cuando al despertar se encontraba con una telaraña caída junto a su boca. Esto es lo que alarga la vida; esto no se paga con dinero. Si tu abuela quiere que ande el palo, que me toque una tan sólo. Cuando Maltrana volvió a la plazoleta cerró los ojos, deslumbrado por el sol.
Y no pudiendo soportar la vergüenza dió un soplo al candil, un empellón á Jacinto y atrancó la puerta apresuradamente. El mozo de Fresnedo tornó á ver las visiones de antes, pero mucho más brillantes, mucho más deslumbradoras. Y como estaba deslumbrado comenzó á marchar trompicando por el camino pedregoso en dirección á su pueblo. Los viejos se habían ido á la cama. Flora hizo lo mismo.
Palabra del Dia
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