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Actualizado: 13 de mayo de 2025


Todo se derrumbaba de golpe. Otra vez se sentía solo, pobre y desvalido; tornaba a ser un mísero escribiente, el mismo ser vulgar en quien nadie fijaba la mirada. Pero más cruelmente aún que este dolor le mordía el alma otro que pocos conocen; el del artista que duda de mismo.

Mis esfuerzos estaban agotados y como un edificio levantado por milagro, una mañana, al despertar, sentí que mi valor se derrumbaba. Pretendí recordar una idea perseguida el día antes: ¡imposible! Vanamente me repetía ciertas frases de disciplina que me aguijoneaban alguna vez, como se estimula a los caballos de tiro que se plantan. Había llegado el verano. En las calles brillaba un hermoso sol.

El señor José llevábase una mano a los ojos, fregoteándolos para que las lágrimas retrocediesen. ¡Un hijo suyo en la cárcel!... Le parecía que todo su pasado de áspera integridad y honradez feroz se derrumbaba de un golpe. ¡Quién le hubiera dicho, cuando con el fusil al hombro conducía delincuentes esposados por las carreteras, que él, el soldado de la ley, el guardián del orden, procrearía carne de presidio, aumentando con un individuo más el ejército sombrío y desesperado que vivía en guerra continua con la sociedad!

Las galeras aceleradas iban trayendo a Madrid cada día con más presteza las novedades parisienses, y se apuntaba la invasión lenta y tiránica de los medios colores, que pretenden ser signo de cultura. La sociedad española empezaba a presumir de seria; es decir, a vestirse lúgubremente, y el alegre imperio de los colorines se derrumbaba de un modo indudable.

Cuando alguna derrumbaba su cresta sobre la fragata, el piloto Ferragut podía darse cuenta de la monstruosa pesadez del agua salada. Ni la piedra ni el hierro tenían el golpe brutal de esta fuerza líquida, que al derrumbarse huía en raudales ó se elevaba hecha polvo. En ciertos momentos había que abrir brechas en la obra muerta para dar salida á su masa abrumadora.

Dependía mi felicidad hasta tal punto del amor de Beatriz, que, destruído ya por mi crítica impía todo fundamento en que mi amor pudiera apoyarse, cerraba yo los ojos de mi alma para no ver que aquel amor se derrumbaba, se perdía para siempre, cuando yo necesitaba que fuese eterno. »De aquí mi absurda, mi inverosímil ceguedad, siendo yo por lo común tan suspicaz y receloso.

Pareció que se derrumbaba la plaza, que los ladrillos chocaban unos con otros, que la multitud iba a huir presa de pánico, según se ponía en pie, pálida, trémula, gesticulando y braceando. ¡Muerto!... ¡Qué estocada!

Los hombres admiraban la energía de su carácter, el estoicismo con que hacía frente a las persecuciones y las miserias físicas. Pero esto era sólo en las luchas con los hombres: ante el misterio de la Muerte invencible, cruel, inevitable, toda su energía se derrumbaba.

La gran casa solariega de los Montesinos se pudría, se derrumbaba, sin que su dueño intentase en ella la menor reforma, sin que lo advirtiese siquiera. En el piso segundo el criado le condujo al través de varias salas destartaladas y lóbregas, abrió al fin una puerta de cristales con visillos sucios, después de echar una mirada por el interior, dijo: No está aquí. Habrá subido a la biblioteca.

Algo se derrumbaba dentro de ella, y perdiendo toda entereza, rompió a llorar como un niño a quien le descubren una travesura gorda. Doña Lupe se vanaglorió mucho de aquel cambio de tono, que consideraba obra de sus facultades persuasivas. Fortunata se dejó caer en una silla, y más de un cuarto de hora estuvo sin articular palabra, oprimiendo el pañuelo contra su cara.

Palabra del Dia

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